El gran problema en América Latina ante la tercera ola es la falta de vacunas, opina Felix Drexler, profesor de la Clínica Universitaria Charité de Berlín.
Las nuevas mutaciones, la llegada del otoño a varios países de América Latina y las limitaciones en la vacunación, manchada por los escándalos de irregularidades, son factores a tener en cuenta, según el Dr. Drexler. Cuestionado al respecto en una entrevista para el medio DW, comenta lo siguiente:
DW: Dr. Drexler, en muchos países de Europa se habla ya de una tercera ola de coronavirus. Muchos expertos coinciden en que será más agresiva, a pesar de tener la vacuna. ¿Qué significaría una tercera ola para Latinoamérica?
Felix Drexler: En Europa estamos empezando una tercera ola. En Alemania se nota porque los números dejaron de bajar por una combinación de factores. Pero es muy difícil predecir como científicos. Lamentablemente estuvimos muy mal preparados en Europa para una tercera ola. Esto sí lo podemos constatar y es muy probable que América Latina, por su estructura más débil, no esté mejor preparada que Europa. El problema es que si se quiere cambiar algo ahora, antes de que llegue la tercera ola, es casi imposible por falta de tiempo.
¿Son las variantes detectadas del SARS-CoV-2 uno de los principales factores que contribuyen a esta tercera ola?
Las cepas mutadas del COVID-19 parecen ser lamentablemente más transmisibles, pero hay que tener mucho cuidado respecto a la transmisibilidad aumentada, que puede ser porque el virus se replica mejor causando concentraciones más elevadas en los pacientes, haciéndolo más infeccioso, o causando una infección más prolongada. Lamentablemente algunas de las mutaciones parecen tener una ventaja, porque frente a estas disminuye la capacidad de la respuesta inmunológica de los que ya fueron infectados o vacunados para neutralizar el virus. Las cepas mutantes no son el factor principal que contribuye a una tercera ola, pero sí es un factor que no podemos ignorar. En el caso de América Latina no se debe ignorar la variante brasileña, la denominada P1.
Con la llegada de una posible tercera ola llegan también más confinamientos, de los que los latinoamericanos están bastante cansados. ¿Qué tan viable será mantener restricciones estrictas por tanto tiempo? ¿Cómo sobrellevar mejor la denominada fatiga pandémica?
Ese también es otro factor en común que tenemos lamentablemente entre Europa y América Latina. La gente está harta de las medidas. América Latina ha impuesto confinamientos muy severos comparados con Alemania. La necesidad de la gente en América Latina de salir a trabajar es una realidad. No se pueden tomar las mismas medidas que se toman en Europa, sino adaptarlas a su realidad.
Contra la denominada fatiga pandémica lo que puede ayudar es la transparencia de las medidas frente a la población. En mi opinión muy personal, el ser muy estricto no ayuda. Se tiene que tener un poco de visión, para actuar de manera transparente y ganarse así a la población, para que lo entienda y lo acepte. Hay que tener medidas estrictas más focalizadas y dejar la economía funcionando donde se pueda. Al mismo tiempo, el gran problema en América Latina ante la tercera ola es la falta de vacunas, a pesar de que algunos países han avanzado muchísimo, como Chile.
Hablando de transparencia, en América Latina hemos visto en las últimas semanas escándalos porque funcionarios o personas de poder se vacunaron a escondidas. ¿Cómo afecta esto la credibilidad en la ciencia y, en general, en la lucha contra la pandemia?
A la ciencia en sí no le afecta, pero esto es un desastre en la lucha contra la pandemia en general. Causa una total desconfianza de la población en sus gobiernos. El escándalo en Brasil sobre las «vacunas vacías” es impactante. La gente se sentía protegida y ahora tiene dudas sobre si realmente fueron vacunados o no. Esto puede llevar a un costo adicional enorme para investigar la producción de inmunidad en estas personas o para simplemente vacunar nuevamente. Es muy lamentable que esto ocurra en varios países. Pero hay que resaltar que no es un problema únicamente latinoamericano. Estamos viendo lo mismo en algunas regiones europeas, incluyendo Alemania.
¿Cuánto incide en la tercera ola la baja tasa de vacunación en América Latina y la pronta llegada del otoño en la mitad de la región?
Lamentablemente incide, pero tampoco podemos esperar que la baja tasa de inmunización ya tenga un efecto en la tercera ola. Ni en Alemania ni en América Latina. En Alemania también estamos detrás de países como Inglaterra o Israel y tenemos que hacer un esfuerzo enorme para mejorar. Porque para que la tasa de inmunización por vacunas contribuya a parar la transmisión hay que tener un porcentaje elevado de vacunados. Inmunizar, por ejemplo, a los más débiles o a los más ancianos tendrá un impacto en la mortalidad, pero para que haya un impacto en la transmisión tardará lamentablemente un poco más. En América Latina, por la escasez de vacunas, más la ausencia de una infraestructura en muchos países que permita acelerar la vacunación, es un desafío muy grande.
Ante un desigual panorama de vacunación en América Latina, ¿ve usted imposible que la región alcance la inmunidad de rebaño este 2021?
No sé si es imposible. América Latina es una región muy heterogénea. Algunos países más desarrollados tendrán tal vez mejores chances que otros. Hemos visto esfuerzos grandes para la compra bilateral de vacunas fuera de la iniciativa COVAX. Por ejemplo, Ecuador compró al parecer muchas dosis de vacunas, aunque todavía no se sabe cuándo llegarán al país. Hay que recordar también que anteriormente la región tuvo mucho éxito en campañas de vacunación contra la polio y el sarampión.
¿Qué le parece a usted la idea de crear un pasaporte de vacunas en países menos desarrollados como los latinoamericanos?
Tal vez pueda funcionar bien. Ecuador, por ejemplo, es un país pobre, pero donde he visto personalmente que su nivel de digitalización es muy avanzado. Entonces, en comparación con Alemania, muchas cosas en Ecuador, como seguramente en otros países de la región, funcionan bastante bien de manera digital. No diría que la relativa pobreza más acentuada en algunos países, sea generalmente un obstáculo para un pasaporte de vacunación. Podría funcionar y probablemente es lo que estaremos viviendo en varias regiones del mundo. Seguramente ocurrirá primero para el transporte aéreo.
El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.