Hay policías que controlan el paso mediante documento de identidad para que solo los residentes entren y en general nadie salga.
Cuba inició la producción masiva de una vacuna propia contra el nuevo coronavirus mientras decenas de calles de la capital y otras provincias permanecían en cuarentena y cerradas al tránsito.
En medio de un rebrote que comenzó en enero y que no paró de escalar en contagios y enfermos, la capital –con dos millones de habitantes– se convirtió en uno de epicentros de las nuevas infecciones, por lo que las autoridades mantuvieron cerradas varias vías del municipio Centro Habana, especialmente el Consejo Popular de Los Sitios, constató el lunes The Associated Press.
“Estamos tratando de que no se propague la epidemia”, dijo a la AP Vladimir Matos, un funcionario de gobierno de 45 años, apostado junto a vallas de metal de metro y medio de alto que impiden el paso en la esquina de las calles Reina y Manrique. “Aquí tenemos una organización de aseguramiento. Las personas contagiadas no están en sus casas, sino en centros (especializados)”.
Junto a Matos hay policías que controlan el paso mediante documento de identidad para que solo los residentes entren y en general nadie salga. Las autoridades colocaron tiendas de campaña gigantes donde se expende pan, huevo y otros alimentos para las familias los adquieran. Centro Habana tiene 152.000 habitantes, mucho de ellos viviendo en edificios deteriorados y convertidos en cuarterías o “solares”, como se les denomina en a la isla.
“Está bastante bien organizado”, comentó el vecino Eduardo Jonhson, un jubilado de 61 años. “Yo tengo percepción de riesgo, me hice el ‘pesquisaje’ (pruebas)…no es miedo, es precaución. No hago visitas y cuando salgo tomo todas las medidas”.
En otros territorios capitalinos como Habana Vieja y Arroyo Naranjo se produjeron también cierres de cuadras, manzanas y edificios y algunas calles lucen cintas amarillas y control policial que impiden el paso.
Durante su comparecencia televisiva el director de Epidemiología de la isla, Francisco Durán, indicó que desde marzo de 2020 a la fecha suman 45.361 casos confirmados de COVID-19 y de ellos 300 muertos –cuatro informados este lunes–. Además se encuentran ingresadas 19.873 personas en centros especializados de los cuales 4.968 son casos activos y el resto en vigilancia o sospechosos.
Por meses Cuba mantuvo bajo control relativo la pandemia, pero un rebrote se desató luego de que en noviembre las autoridades dispusieran la apertura de los aeropuertos y las autorizaciones para vuelos comerciales –que permanecían cancelados desde marzo– y un desescalamiento de las medidas de control.
Aunque se recibieron turistas, éstos permanecieron en general aislados de la población. Sin embargo, la inminencia de las fiestas atrajo a miles de cubanos residentes que viajaron a ver a sus familias y propagaron el virus. El gobierno volvió a imponer medidas como la obligatoriedad de los test para viajeros, la reducción de los vuelos –sobre todo de Estados Unidos, Panamá y México– y la cuarentena obligatoria en centros especializados.
También debieron suspenderse las clases –que habían arrancado–, se volvieron a cerrar restaurantes y centros recreativos, se limitó el transporte público y en la propia capital se impuso un toque de queda nocturno. El uso del barbijo sigue siendo obligatorio, así como el distanciamiento social.
Paralelamente, el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN) informó este fin de semana que ya comenzó a fabricarse a escala la vacuna Soberana 02, desarrollada por el Instituto Finlay y con el que la isla espera completar la aplicación de 150.000 dosis –su fase III de ensayo clínico– en marzo.
“Ya se introdujo en el @BIOCEN la producción industrial de la vacuna #Soberana02. Grande ha sido el esfuerzo de nuestros investigadores y tecnólogos para llegar hasta aquí”, escribió en su cuenta de correo en Twitter, Eduardo Martínez, el presidente de BioCubaFarma, la empresa estatal encargada de la fabricación de medicinas en la isla.