Este hombre, es también conocido como ‘el apóstol del árbol’, por su gran amor hacia la naturaleza y su devoción por cuidarlos. 

Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta, nació el 27 de septiembre de 1862 en Guadalajara. Fue ingeniero civil y trabajó como supervisor de las obras de drenaje y desagüe de la Ciudad de México.

Este hombre, es también conocido como ‘el apóstol del árbol’, por su gran amor hacia la naturaleza y su devoción por cuidarlos. 

Estudió y vivió en el extranjero después de que sus padres murieran víctimas de una epidemia que lo dejó huérfano y bajo custodia de su tío, un canónigo que residía en Bayonne, Francia.

Según relatan algunos biógrafos, su amor e interés por los árboles, nació cuando vio Los Montes Pirineos.

Su primera oportunidad de poner a prueba sus conocimientos y amor por los árboles se dio cuando Gastón Planté, un francés cuya abuela era mexicana y miembro de la Academia de Ciencias de Francia, lo recomendó con diversos educadores de la época.

Pronto y gracias a su éxito profesional, a principios del siglo XX, Quevedo consiguió trabajo en la Secretaría de Agricultura donde desarrolló programas de parques para la ciudad. Ello incrementó en 800% las áreas verdes del Valle de México.

En 1907, durante el gobierno de Porfirio Díaz, donó los terrenos de la hacienda Panzacola, que pertenecían a su familia, para que se convirtieran en lo que ahora conocemos como ‘Viveros de Coyoacán’.

Esos viveros llegaron a producir 2.4 millones de árboles que se distribuyeron por toda la ciudad como parte de su programa de reforestación.

Aunque fue uno de los ingenieros más reconocidos del país y uno de los visionarios ambientales más grandes de nuestra historia, su nombre no es del todo conocido por estos logros, sino por estar en una de las avenidas más importantes de la CDMX.

Su nombre plasmado en esta avenida de Coyoacán fue en reconocimiento a su labor de protección ambiental-forestal, en agradecimiento a la donación de los Viveros de Coyoacán, y por su importancia histórica en la construcción e innovación de la misma en esa época.

Así que la próxima vez que pases por esa avenida o viajes por distintas partes de la ciudad donde los árboles predominan, sabrás que Miguel Ángel de Quevedo tuvo mucho qué ver con esa ‘conservación de árboles’ y que es mucho más que sólo un nombre en una calle.

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