Su objetivo es impedir que la empresa Ferrosur construya un patio de descarga sobre las vías del tren que va de Orizaba a CDMX.
Regresaron de Los Ángeles, California, a organizar a sus paisanos. Su objetivo es impedir que la empresa Ferrosur —propiedad de Grupo México— construya un patio de descarga sobre las vías del tren que va de Orizaba a Ciudad de México.
Gabriela Guarneros y su esposo, Leo López, volvieron para apoyar las acciones de su comunidad en contra de proyectos trasnacionales que se desarrollan en la región del Valle Serdán. No es la primera vez que lo hacen: en 2015 se opusieron a la granja que la trasnacional Carroll intentó construir en el ejido de Coyotepec.
“Venimos a celebrar a los abuelos (en el Día de Muertos) que le dieron vida a nuestro ejido; pero también aprovechamos para unirnos a los vecinos de Coyotepec que se oponen al saqueo de nuestra tierra”, dice Gabriela, Gabi, como la conocen en California.
La construcción del tren de maniobras cerraría el paso de la comunidad hacia el Ejido, explica.
La memoria de Coyotepec
Durante los días en los que México celebra a sus difuntos, los migrantes y ejidatarios se reunieron para trabajar en un taller sobre la reconstrucción de la memoria histórica de Coyotepec. Ahí hablaron de la lucha que emprendieron en 2015 en contra de la Granja Carroll México (GCM), cuando compraron parcelas al Ejido de Villanueva y evitaron la instalación de la granja. En esa ocasión, la granja se instaló en un ejido cercano.
“Aquí estamos y no nos vamos a rendir por la defensa de nuestra tierra; porque fue conquista histórica de nuestro pueblo. Mi papá me contó que los primeros que se organizaron para solicitar el ejido eran trabajadores de las haciendas; como se rebelaron en contra de los hacendados, estos los echaron y los boletinaron en la región; como no tenían dónde sembrar se unieron para fundar Coyotepec en 1933”, explicó a los asambleístas el ejidatario Artemio Domínguez.
Esa misma noche, migrantes y ejidatarios se organizaron para recorrer las comunidades: Ocotepec, Santa Ana, La Estación, La Candelaria y la cabecera del municipio de San Juan Atenco, donde repartieron trípticos con información sobre los daños que puede causar el patio de maniobra de trenes que está proyectado.
El viernes 30, llegaron Elizabeth Guarneros y su esposo, Ciro, también de Los Ángeles para sumarse a las acciones en las comunidades vecinas. Al día siguiente se reunieron muchachos y señores, entre migrantes y ejidatarios, para iniciar con la campaña de información sobre Ferrosur.
¿En qué los apoyamos?
En San Juan Atenco los activistas repartieron trípticos por las principales calles y tianguis:
“¿Sabía usted que en Coyotepec la empresa Ferrosur compró parcelas a unos cuantos ejidatarios de la comunidad para construir ahí el patio de maniobra del tren?”, preguntaba Gabi a las personas en el tianguis.
Los campesinos de la comunidad de Santa Ana preguntaron en qué forma pueden ayudar para que Ferrosur no siga con el plan:
“Ustedes díganos qué podemos hacer y con gusto los apoyamos; porque pasó con la granja Carroll, ustedes nos avisaron con tiempo, pero no hicimos caso y miren, acá estamos con la pestilencia de los puercos”.
Los muchachos eran los más animados en el volanteo, visitaban las tiendas de las comunidades para entregar la información tanto a vendedores y compradores. En algunas, los tienderos se ofrecieron repartir los trípticos con sus clientes para apoyar a la causa.
«Solo traerá enfermedades y desabasto de agua»
De metro y medio de estatura, Rafaela era de la que más compromiso mostraba en el recorrido. Con cubrebocas puesto y sombrero para protegerse del sol, la mujer de unos 60 años se detenía en las esquinas para conversar con las personas que se topaba:
“Mire usted, la vibración del tren ocasiona que los animales se vayan de sus hábitat. El patio de maniobra del ferrocarril no traerá ni un beneficio para los campesinos; solo traerá enfermedades y desabasto de agua”, explica.
En La Estación, una nube cubrió el sol y el frío cayó sobre el pueblo, por lo que sus habitantes se encerraron. Los activistas más jóvenes caminaron más rápido para repartir los últimos trípticos.
Para mantener el movimiento los migrantes radicados en California organizan venta de comida tradicional de Puebla:
“Vendemos enchiladas, mole, pozole, tamales y atole” dice Gabi, mientras estira la mano con otro tríptico a un señor que se acerca a escuchar la plática.