Oficio noble y entrañable, hoy es raro encontrar a un afilador en las calles, sobre todo en las grandes urbes, donde solía transitar periódicamente.
@cronicabanqueta
El afilador o amolador es un comerciante ambulante, que ofrece servicios de afilar cuchillos, tijeras, navajas, y otros instrumentos de corte.
Éste recorre las calles de la ciudad anunciando su paso con un silbato de afilador, o chiflo, que es una pequeña flauta de pan, hecha de cañas y luego de plástico, con una breve melodía haciendo sonar las notas de su escala tonal, de graves a agudos y viceversa, como una escalerilla musical.
Los afiladores en el pasado, solían ser también reparadores de paraguas.
Oficio noble y entrañable, hoy es raro encontrar a un afilador en las calles, sobre todo en las grandes urbes, donde solía transitar periódicamente.
La tradición de los afiladores ambulantes puede rastrearse hasta el siglo XVII, una época en que su medio de trabajo era una rueda de piedra que el afilador cargaba sobre su espalda.
Más tarde, comenzó a evolucionar hasta transportarse rodando. Pero fue hasta el siglo XX que la vieja “tarazana”, comenzó a moverse en bicicleta y más tarde en moto.
Y fue en la época Colonial, cuando el oficio llega a México, desde España.
Como suele ocurrir con los oficios, el de afilador es un empleo heredado. Considerado un arte por quienes lo practican, afilar cuchillos, tijeras y demás herramientas requiere destreza y precisión en el manejo del esmeril, una habilidad que es desempeñada con gusto y orgullo.