En su calidad de gobernador fue un persecutor de los líderes de la oposición de Puebla y los propios cuadros valiosos del PAN, escribe Calderón.

En su último libro titulado Decisiones Difíciles –que ya está disponible en la edición digital– el expresidente Felipe Calderón Hinojosa hace una demoledor análisis de la descomposición interna del PAN, partido al que acusa de tolerar abusos y corrupción, de haber perdido la congruencia entre las acciones de sus gobiernos y los principios de la doctrina panista. Y como parte de ese diagnóstico acusa que el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, fue un hombre autoritario, represor e inescrupuloso; que fue parte de “una camarilla”, identificada como “el consorcio”, que cometió actos de manipulación y fraude en el albiazul a partir del control del padrón de militantes.

Calderón señala a Moreno Valle de haber actuado como una especie de “cadenero”, en alusión a los hombres violentos que controlan la entrada de los “antros”, pues durante una parte del sexenio de Felipe Calderón y del priista Enrique Peña Nieto, solo permitió la entrada al PAN de “amigos” o personas que respondían a sus intereses particulares.

Y como parte de todo este comportamiento, el expresidente de México describe que Rafael Moreno Valle en su calidad de gobernador fue un persecutor de los líderes de la oposición de Puebla y los propios cuadros valiosos del PAN, poniendo de ejemplo a Ana Teresa Aranda Orozco y Eduardo Rivera Pérez, dos líderes del panismo tradicional en el estado.

Felipe Calderón ha puesto en circulación –en plena cuarentena por el Covid19– su tercer libro de memorias y reflexión de la situación sociopolítica de México. Es un texto de 584 páginas, que todavía no se vende en la edición impresa, pero ya se puede leer en el formato digital.

Este columnista pudo leer algunos fragmentos de ese extenso libro, particularmente en lo concerniente a la crisis del Partido Acción Nacional, cuyo capítulo tituló: “El PAN, el principio del fin”.

Algunas críticas que ya han surgido contra el texto en cuestión, han destacado las omisiones de Felipe Calderón en torno al escándalo de Genero García Luna, quien fue su secretario de Seguridad Pública y está preso en Estados Unidos por supuestamente proteger al Cártel de Sinaloa; y por ser muy benévolo con Enrique Peña Nieto, lo cual despierta por enésima vez la sospecha de que ambos tenían un contubernio político.

Sin embargo en lo relativo al PAN, el análisis de Calderón no es errado y acaba siendo una crítica fundamentada contra el extravío del albiazul, que dejó de ser un partido de derecha democrática para convertirse en una institución política controlada por grupos de interés, ajenos a la doctrina panista, entre los que identifica a Rafael Moreno Valle Rosas como un actor relevante de esa descomposición.

El principio del fin del PAN

En la parte intermedia del libro Decisiones Difíciles –cuyo titulo parece un plagio del titulo de las memorias de Hillary Clinton–, Calderón califica el año 2009 como muy complicado para el PAN, pues obtuvo el 28 por ciento de la votación de la elección intermedia y el PRI el 43 por ciento.

Dice que era entendible y que no le sorprendió ese resultado como consecuencia de la crisis económica que había en el país y de un “pujante” crecimiento del PRI en sus intenciones del voto.

Narra que tuvo diferencias con Germán Martínez Cázares, entonces presidente nacional del PAN y ahora senador de Morena, porque quiso incorporar a cuadros del Yunque para fortalecer al partido albiazul. Sostiene que por el contrario, él no quería a los yunquistas y abogaba para que entrara a Acción Nacional gente nueva y talentosa.

Luego de la caída de Germán Martínez como presidente nacional del PAN, llegó a sustituirlo César Nava, que regresó al partido a la senda de los triunfos, sobre todo por la alianza con el PRD. Aunque al mismo tiempo reconoce que de esa fórmula surgieron gobiernos deplorables en Sinaloa con Mario López y en Oaxaca con Gabino Cué como mandatarios de esas entidades.

Y hace una excepción para hablar de Puebla, que en 2010 se renovó la gubernatura, para decir que Rafael Moreno Valle Rosas como jefe del Poder Ejecutivo fue de la siguiente manera:

“Fue un hábil político y un buen administrador público”, en lo que es una pincelada positiva.

Pero luego cambia el sentido de su critica y sentencia: “El problema con él –con Rafael Moreno Valle Rosas– es que desarrolló un estilo de gobierno autoritario, persecutor de opositores, incluso de nuestros cuadros, como Ana Teresa Aranda y Eduardo Rivera”.

Y remata: “Fue implacable y en muchas ocasiones inescrupuloso”.

Más adelante, en otro apartado titulado: “Ustedes están haciendo trampa”, señala que el PAN perdió congruencia entre las acciones de sus gobiernos estatales y municipales y los principios doctrinales del panismo.

Como parte de esa crisis, surgió “una camarilla” que cometió manipulaciones y fraudes en el PAN con el control del padrón del partido, al que impedían la consulta del mismo a personajes que fueran de esa facción.

Únicamente accedían al contenido del documento, que era vital en la vida del albiazul, los que eran parte de un grupo llamado “el consorcio”.

Calderón identifica a tres gobernadores de esa época, que actuaban como “cadeneros”, es decir como guardias de “antros”, que solamente dejaban entrar al PAN a sus “amigos” y a personas ligadas a sus intereses privados.

Esos tres mandatarios de esa época eran: Rafael Moreno Valle de Puebla, Francisco Vega de Baja California Norte y Guillermo Padrés de Sonora.

Ellos eran los “cadeneros” del PAN de esa época.

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