La nieve y el hielo atrapan todo lo que hay en la atmósfera en el momento en que se forma, lo que incluye productos químicos, minerales, así como microbios, bacterias y virus.
El hielo de los glaciares de todo el mundo, sin perturbaciones durante siglos, muestra cambios en el funcionamiento de las sociedades a lo largo de la historia, y es probable que tenga un registro del impacto actual de la pandemia de COVID–19 para las generaciones futuras, afirmó el científico Lonnie Thompson, de la Universidad de Ohio State.
El profesor de Ciencias de la Tierra explicó que la historia de cómo la pandemia está afectando a las sociedades de todo el mundo todavía se está desarrollando, pero el hielo que se acumula en los campos de hielo de gran altitud en todo el mundo, así como en Groenlandia, casi seguramente está recolectando evidencia física, química y biológica de esta época.
«Estos registros serán encerrados en el hielo y preservados, lo que significa que dentro de 100 o 200 años, ese hielo mostrará todo lo que está en la atmósfera ahora, y que informará a las generaciones futuras sobre lo que está sucediendo ahora», dijo el investigador que ha dedicado su vida al estudio del hielo.
Aseguró que ya hay indicios de que la actual pandemia de COVID–19 está afectando la atmósfera de la tierra, pues a medida que la gente se quedaba en casa y conducía menos, los niveles de dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre cayeron sobre China y en gran parte de los Estados Unidos.
Esa disminución, precisó, será evidente en los niveles de nitrato y sulfato en los núcleos de hielo recuperados por los futuros glaciólogos, así como otros signos de la pandemia que aún se desconocen.
«Por supuesto, esto supone que los glaciares continuarán existiendo en el futuro», sentenció Thompson.
Asimismo, recordó que la nieve y el hielo atrapan todo lo que hay en la atmósfera en el momento en que se forma, lo que incluye productos químicos, minerales, así como microbios, bacterias y virus, y otros materiales orgánicos como los tallos y las hojas de las plantas.
Eso significa que los núcleos actúan como una especie de línea de tiempo, en algunos casos que muestran cambios en la atmósfera año tras año, al igual que los anillos de un árbol.
Las muestras de hielo extraídas de esos núcleos revelan cambios ambientales, tanto los naturales como los provocados por los humanos. Por ejemplo, guardan el testimonio del comienzo de la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII, y señalan el momento en que los humanos empezaron a emitir a la atmósfera productos químicos como el sulfato y el nitrato o a añadir plomo a la gasolina.
El hielo también ha sido testigo de la peste negra, una pandemia de mediados del siglo XIII, que sigue siendo la más mortal registrada en la historia humana.
En algunos glaciares, el hielo que se formó durante los años de la peste contiene menos plomo que el de los años anteriores, probablemente porque las actividades de minería y fundición disminuyeron bruscamente en ese tiempo, al igual que hoy.