El sector teme que la disminución en las ventas provocada por el cierre de la restauración tras estallar la emergencia sanitaria pueda derivar en menos compras y tensiones bajistas.
A tres meses para el inicio de la vendimia, la principal preocupación de los viticultores no es la disponibilidad de mano de obra para la recolección, sino el comportamiento futuro de los precios y las posibilidades de colocar la uva en las bodegas. El sector teme que la disminución en las ventas provocada por el cierre de la restauración tras estallar la emergencia sanitaria pueda derivar en menos compras y tensiones bajistas, más aún ante la posibilidad de una próxima campaña abundante.
Sobre un consumo de vino en el mercado interior de unos 10 millones de hectolitros, las ventas en el conjunto de la restauración ascendían a 3,7 millones de hectolitros, según el Observatorio Español de los Mercados del Vino, un 55% de la facturación en volumen. El cierre de la restauración ha supuesto que una parte de la demanda de esos vinos se haya trasladado al consumo de los hogares, con unos incrementos importantes. En todo caso, este transvase no ha compensado las ventas en volumen y menos en precio que se hacían en la restauración, señala el sector bodeguero.
Esta situación ha tenido un impacto muy diferente en cada una de las más de 4.000 bodegas del sector, en función de los precios de sus productos y, sobre todo, del sistema de venta de cada firma, en unos casos más ligado a la restauración y en otros a los grupos de la distribución alimentaria. En general, las bodegas de precios más elevados muy centradas en la restauración han sufrido fuertes caídas de ventas tanto en el mercado interior como en la exportación. Es el caso de Protos, con una reducción de ventas de más del 50%. No ha sucedido lo mismo en otras, con precios más bajos y más enfocadas a la distribución en todos los segmentos. Estas, al contrario, han registrado un fuerte aumento de ventas. Es el caso de J. García Carrión en toda su oferta, desde Don Simón hasta su gama de Pata Negra.
La reducción de ventas y el aumento de stock hasta ha dado lugar a que alguna bodega haya sugerido reducir su volumen de compra de una uva. Marqués de Cáceres ha sido la primera en comunicar directamente a un viticultor que esta campaña no le iba a adquirir sus uvas, pero ante el impacto provocado en el sector, la firma ha rectificado. Es una situación contraria a la de Protos que, pese a la reducción de ventas, mantendrá sus compras de uva. O de J. García Carrión, a quien casi le falta vino para atender su demanda.
Preocupación de los productores
Hasta la fecha no se puede hablar de una situación generalizada, pero la posibilidad de una cierta retracción en la compra de uva sí preocupa a los productores, tanto en términos de volumen como de precios. La pasada campaña, que dio 37 millones de hectolitros, se inició con unos almacenamientos de vino de 39 millones, una cifra muy elevada consecuencia de la gran cosecha anterior, de 49 millones. Esta campaña, señalan fuentes de las Cooperativas Agroalimentarias, se ha iniciado con un volumen de cinco millones menos de stock y se entiende que este debe ser un dato importante a la hora de abordar la próxima vendimia.
Bruselas dio igualmente luz verde para acometer el almacenamiento de vino, así como la posibilidad de las destilaciones o más flexibilidad para la vendimia en verde o eliminación de racimos, a la vez que Agricultura y el sector preparaban antes de la crisis la posibilidad de poner en marcha mecanismos para la autorregulación de los mercados retirando pare de las existencias.
En este momento, las buenas condiciones climatológicas hacen prever una buena cosecha de uva, aunque faltan meses para hablar de cifras. La posición final de las bodegas dependerá finalmente de cómo evolucionen las ventas a partir de del segundo trimestre hasta el otoño en España y en el exterior.