Las funerarias y los crematorios de Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la capital mexicana con dos millones de habitantes, han visto multiplicado su trabajo en cuestión de días.

La entrada al panteón de San Nicolás Tolentino, en el este de la Ciudad de México, está flanqueada por letreros amarillos que advierten sobre el alto nivel de contagios de COVID-19 en el área. A un lado, un depósito de agua invita al visitante a lavarse las manos mientras guardias de seguridad controlan que ingrese sólo un familiar por difunto.

Lo único que permanece inalterable desde antes de la pandemia es el puesto donde Rafael Hernández lleva 40 años vendiendo tacos. Antes veía pasar desde ahí cinco o seis coches fúnebres al día.

“Hoy llevamos diez en una hora”, dijo.

Las funerarias y los crematorios de Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la capital mexicana con dos millones de habitantes, han visto multiplicado su trabajo en cuestión de días ante el creciente número de muertos por el coronavirus en esa zona, la más afectada por la pandemia en la ciudad.

Tras semanas de mensajes cruzados de las autoridades y medidas de aislamiento social laxas que muchos no han cumplido, Iztapalapa ha despertado la preocupación por el impacto que podría tener el virus en una zona metropolitana donde conviven 20 millones de personas, muchas veces en espacios pequeños, con necesidad de utilizar el transporte público y ganarse el pan en mercados o actividades informales.

“Tenemos que prepararnos para la parte más, más fuerte, más fea”, explicó el doctor Mauricio Rodríguez, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Más enfermos, hospitales saturados y más muertos. Brotes familiares como el de una abogada de nombre Erika, comentó el académico, son un ejemplo.

El experto reconoció que hay cierta “esquizofrenia” en los mensajes políticos porque, a la vez que se sigue pidiendo a la población que se prepare para el pico de la epidemia, se habla de relajación de las medidas para contentar a los sectores económicos.

De hecho, el país registró el jueves su mayor incremento en número de contagios en un solo día, casi 2.000, con lo que se aproxima ya a los casi 30.000 infectados confirmados y cerca de 3.000 muertos.

Ante esta realidad, Rodríguez subrayó que, desde el punto de vista de salud, ahora es clave que los habitantes de las zonas más afectadas —la capital y sus suburbios— tengan claro que deben seguir en casa o empezar a encerrarse, si es que no lo han hecho, porque el virus puede poner muy grave a una persona en muy poco tiempo y puede que no tengan adónde acudir.

Rafael Herrera, operario de una empresa de cremaciones privada situada detrás del panteón San Nicolás Tolentino, no recuerda una situación similar en sus 25 años de oficio. Han ampliado el horario seis horas pero no parece suficiente.

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