Fue condenasdo a morir en un caldero de aceite hirviente; pero el santo salió de la prueba más joven que antes.
En el primer párrafo del Martirologio Romano, dice lo siguiente: «En Roma la conmemoración de San Juan ante Portam Latinam, el cual por orden de Domiciano fue llevado prisionero de Efeso a Roma«.
El senado lo condenó a morir en un caldero de aceite hirviente, frente a dicha puerta; pero el santo salió de la prueba más joven que antes.
Tanto Alban Butler, que sigue en esto a los críticos de su tiempo, así como Tillemont, no discuten la historicidad del hecho y consideran a San Juan como mártir.
Durante el gobierno de Nerva, San Juan «el apóstol amado», volvió a Efeso, donde murió apaciblemente.