cuatro mujeres platicaron lo que sucedió este martes en la mañana; “se lo merecían”, dijeron

Poco antes de las 10 de la mañana, llegaron en su automóvil a Los Ángeles Tetela, colonia de San Francisco Totimehuacán. Eran tres varones. Y sólo uno logró huir. Los demás fueron linchados por una turba que soportó dos horas su presencia y que se conformó ante la demanda de ayuda de los vecinos.

Cuentan que uno era muy joven y que otro tenía una hija en la comunidad. Sobre el último, sólo refieren que es alto. “Estaban borrachos o drogados”, cuenta una mujer de edad avanzada, quien asegura que fueron a buscar a alguien a una vivienda de la 3 Poniente. Golpearon con fuerza un portón. Nadie les abrió. Se enojaron.

Entraron a mi casa y empezaron a pegarle a mi hijo, que está enfermo”, refiere sentada en la banca que le ofrece bajo la sombra una miscelánea. “Les dije que nosotros éramos pobrecitos, que por favor no mataran a mi’jo, porque mi hijo ni es de pelea, está enfermo de su cerebro. Lo van a matar como un perrito”. Y se salieron. “Pensé que me iban a pegar, pero ya qué”.

El trío en su automóvil asaltó a una hombre que regresaba en su camioneta, con una navaja agredieron a un taxista, robaron en un local, amedrentaron a peatones.

A paso veloz, empezaron a pedir que saliera la gente de sus casas, donde trataban de mantener el aislamiento voluntario, la cuarentena de más de 40 días ante el COVID-19.

No sonaron las campanas
, ni hubo altavoces para pedir ayuda, los hombres, sobre todo, conformaron un grupo numeroso que reclamó la actitud de los tres delincuentes, quienes, al advertir el peligro, trataron de huir. Uno lo logró. El resto fue capturado y entregado a Policías Municipales.

Sin embargo, minutos más tarde, los dejaron ir. Lo que causó indignación en la colonia, cuyos habitantes vieron cómo subieron a su coche y tomaron la carretera Santa María Malacatepec-Guadalupe Victoria, con intención de regresar a La Libertad, pero los vecinos ya habían abordado sus unidades e iniciaron la persecución, la cual no duró mucho tiempo.

En la “Y” que está en la orilla de la comuna, el carro de los hampones entró a un campo de cultivo y se atascó. Con desesperación, corrieron hacia la presa Manuel Ávila Camacho. No lograron su objetivo, pese a que dispararon sus pistolas en varias ocasiones. Fueron capturados, golpeados hasta perder el sentido o morir, nadie sabe, nadie lo confirmó.

Inconscientes, los dos sujetos fueron trasladados de vuelta a su automóvil, donde los sentaron en los asientos delanteros. Alguien ya tenía una garrafa con gasolina, la cual vació sobre la unidad y más tarde sólo fue necesario un cerillo para iniciar el fuego.

Una espesa estela de humo negro ordenó la dispersión de la gente, las llamas acabaron con los cuerpos y los vehículos. Minutos más tarde, policías municipales y elementos de la Guardia Nacional acordonaron la zona. Personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) hizo la diligencia de levantamiento de cadáver.

En los alrededores del lugar de los hechos, sólo había uniformados, salvo por un adolescente que observaba la escena del crimen bajo un árbol. No había visto nada. Lo repitió una y otra vez. El reportero buscó datos entre los albañiles de una construcción, con personas que esperaban el camión y en una tortillería. Nadie había visto, ni oído nada. Cuatro sujetos con cerveza en mano le recomendaron que dejara de investigar, porque podría sucederle algo malo.

Sin muchas alternativas, abordó su automóvil con rumbo a Puebla. Casi frente al templo principal de Tetela, cuatro mujeres en una tienda, contaron lo que había sucedido. “Aquí todos somos gente de paz, de trabajo, nos conocemos, nos cuidamos”, explicaron. No tuvieron que ponerse a pensar mucho para rematar sus comentarios: “se lo merecían”.

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