A 41 días de aislamiento en México sucedieron dos cosas que alarman y hacen dudar sobre la salud mental de quienes salen a las calles a desafiar a la pandemia.
Vivir una pandemia no es fácil para nadie. Nunca se nos había pedido un sacrificio tan grande como recluirnos voluntariamente en el hogar.
No solo los gobernantes imploran el “Quédate en Casa”, también lo hacen las celebridades, las organizaciones privadas, los líderes religiosos, el personal médico y la gente común. Pero el mensaje no llega, no se entiende o se ignora.
Miles de personas continúan haciendo su vida normal, se sienten invulnerables al coranavirus.
A 41 días de aislamiento en México sucedieron dos cosas que alarman y hacen dudar sobre la salud mental de quienes salen a las calles a desafiar a la pandemia.
La noche del primero de mayo en el municipio de Ecatepec, Estado de México, un grupo de al menos 15 personas, familiares de pacientes con Covid-19, ingresaron a la fuerza y sin protección al Hospital General Las Américas, agrediendo al personal médico y de seguridad.
Gritando “los están matando” vimos a través de redes sociales a hombres y mujeres que corrían enloquecidos por el hospital, que empujaban a unos contra otros y que tocaban las bolsas que envolvían los cuerpos de víctimas del virus.
Un día después, en la ciudad de Puebla se realizó un torneo de futbol en la colonia Manuel Rivera Anaya, una de las zonas más populosas. En la pequeña cancha se congregaron unas 100 personas para convivir, pero “la cascarita” concluyó en una trifulca.
También en redes sociales vimos fotografías de jugadores, que por segundo sábado consecutivo desafiaron la cuarentena. La escena probablemente se repitió en varios puntos de la ciudad.
No creo que La Rivera Anaya sea el único lugar donde aún se realizan torneos de barrio. Vivo en la junta auxiliar “La Libertad” y veo pasar los sábados por la tarde a esos futbolistas llaneros cargando sus mochilas, secándose el sudor y comprando pollos o carnitas para disfrutar su fin de semana.
Me pregunto, ¿quizás estos entusiastas deportistas fueron los mismos amorosos padres que se aglomeraron afuera de las pizzas de la cadena Little Caesars, el pasado 30 de abril?
¿Acaso todas estas personas pensarán que son inmunes? o ¿son enfermos mentales que se ocultan bajo la máscara de la valentía?
De acuerdo con Guillermo Fouce, profesor de Psicología Social en la Universidad Complutense de Madrid, el egoísmo y la negación, de los que se sienten invulnerables, los hace un tanto psicópatas por ser incapaces de sentir las emociones de los otros.
Y es que no se entenderían de otra manera la falta de empatía con la que evaden la norma colectiva de no salir de casa, encontrando siempre un pretexto para evitar el distanciamiento social.
¿Conoces a algún enfermo o has visto el cuerpo de un muerto?, “dicen que llegan al hospital por otra enfermedad y que fallecen por coronavirus”, “en otros países ni pasa nada”, “es una guerra entre China y Estados Unidos”, “las autoridades primero dan unas cifras y luego otras ¿así cómo les vas a creer” y “el Covid no existe”, son algunos de los argumentos que escuchamos de quienes contribuirán a la saturación del sistema hospitalario.
Seguramente los familiares de los pacientes del hospital de Ecatepec y los futbolistas de la Rivera Anaya serán los primeros en exigir que se les coloque un respirador si llegaran a enfermarse de Covid-19.
Esta manera de actuar tan irracional de quienes salen a las calles como si no pasara nada, tendrá un alto costo y se reflejará esta semana del 4 al 10 de Mayo, debido a que entre el 6 y el 8 de Mayo se espera el pico más alto de contagios en el país.
Si aún tiene la dicha de tener madre, festéjela quedándose en casa. No sature los espacios públicos para realizar un día de campo o los supermercados buscando un obsequio; mejor regálele vida.
Antes de cerrar el texto pierdo la esperanza sobre sensatez que pueda tener el poblano, el mexicano, el ser humano. Hoy en México se celebra la “Santa Cruz”.
Escucho el estruendo de los cohetes que anuncian que habrá comilonas para celebrar a los albañiles. ¡Que Dios y la Santa Cruz los proteja del Covid! Cuánta inconciencia, cuánta demencia, cuánto egoísmo.