Las ballenas francas son en total unas 400 y su población ha disminuido más de 10% en unos cuantos años.
El cambio climático está poniendo en peligro a los animales más grandes del mundo al aumentar la probabilidad de colisiones fatales entre ballenas y grandes barcos que surcan las mismas aguas.
Debido al calentamiento de los océanos, algunas especies de ballenas que buscan alimento se desvían con mayor frecuencia hacia las rutas marítimas, según los científicos.
A causa del fenómeno climático se han incrementado los choques de barcos con las escasas ballenas francas del Atlántico norte en la costa este de Estados Unidos y con gigantescas ballenas azules en la costa oeste del país, de acuerdo con los investigadores.
El número de colisiones ocurridas en aguas frente a California se triplicó en 2018, a un total de por lo menos 10, en comparación con años anteriores.
Cuando las ballenas mueren tras chocar con un barco, a menudo se hunden y no siempre los restos van a dar a la playa. Por esa razón los científicos y los conservacionistas aseguran que la cifra registrada de este tipo de colisiones fatales es muchísimo menor a la real.
Las colisiones con los barcos figuran entre las causas más frecuentes de la muerte accidental de grandes ballenas. Otra causa son los aparejos de pesca entre los que se enredan las ballenas.
Los conservacionistas, científicos y amantes de los animales han exigido a la Organización Marítima Internacional que adopte medidas para proteger a las ballenas, pero de nada servirá sin la cooperación de la industria naviera mundial.
Las ballenas francas son en total unas 400 y su población ha disminuido más de 10% en unos cuantos años, así que el número de ellas que muere las ha acercado a la extinción, lamentó el investigador científico Nick Record, del Laboratorio Bigelow para Ciencias Oceánicas en East Boothbay, Maine.
Al menos tres ballenas francas murieron en 2019 por colisiones con barcos, un número bajo pero peligrosamente elevado dada la reducida población de esos animales.
Las tres muertes fueron documentadas en el golfo de San Lorenzo, frente a la costa de Canadá, donde los científicos han dicho que las ballenas pasan más tiempo alimentándose a medida que aumenta la temperatura del mar frente a Nueva Inglaterra.