No podemos hablar de una sesión de alta, pues deberá ser gradual y puede llevar según sea el caso, hasta 6 meses. 

A pesar de que últimamente los temas que he abordado en este espacio han correspondido a sucesos de interés general, en éste número tan especial quiero regresar a los orígenes y así como la primera columna abordó el tema del inicio de la terapia, quisiera hablarles de ése momento en que se da el alta en un proceso de terapia. Hay opiniones muy divididas al respecto y se habla de que el alta no es posible darla en ningún momento o profesionales que marcan un número determinado de sesiones desde el principio del tratamiento.

El alta no se da cuando el paciente esté libre de problemas, pues esto no es posible que ocurra, sino cuando ha adquirido las herramientas necesarias para hacer frente a las situaciones problemáticas que pudiera enfrentar, pues el objetivo final de la terapia es devolverle la autonomía al paciente y que no necesite al terapeuta, pero cada proceso llevará su propio tiempo. El alta depende mucho de la naturaleza de la terapia, del enfoque de la misma y de cada paciente y terapeuta.

Existe un duelo cuando se acerca el fin de la terapia y por eso se recomienda preparar al paciente, avisando que se ha llegado el proceso de alta, pues no podemos hablar de una sesión de alta, pues deberá ser gradual y puede llevar según sea el caso, hasta 6 meses.

El alta en terapia es una parte muy importante del proceso, pues es muy común que los pacientes abandonen el proceso terapéutico de manera abrupta y que sufran recaídas por no tener las herramientas necesarias y como consecuencia que se perpetúen ideas erróneas, como que la terapia “no sirve”. Se debe tener muy claro que el alta no va a dotar al paciente de felicidad sostenida, pues aún dentro del proceso de terapia, es normal que haya altibajos y emociones de valencia negativa pues forman parte de la vida.

Sin embargo, yo quisiera hablarles de lo que se experimenta desde el otro lado cuando se acerca ése momento, pues acompañar a alguien durante un proceso terapéutico es muy enriquecedor, en lo personal me parece un privilegio que alguien abra su corazón y su alma para que profundicemos en ella y ayudemos a lavar la herida y pueda cicatrizar, sobre todo cuando la herida es tan dolorosa como en el proceso de duelo. Cuando se acerca el momento del proceso de alta, me gusta volver la vista atrás hasta la primera sesión y me da satisfacción ver los cambios que cada paciente ha logrado con su particular esfuerzo, disfruto con su ánimo al saber que todo el trabajo realizado llega a una conclusión, que no los mantendrá libres de situaciones complicadas, pero sí con herramientas a las que pueden recurrir cuando lo sientan necesario y que saben que pueden regresar en algún otro momento, lo cual no significa que haya una recaída, sino que seguramente surgió un asunto distinto al del primer proceso.

Me considero realmente afortunada por las lecciones que he aprendido de la mano de mis pacientes, por dejarme estar a su lado mientras descubren sus fortalezas y ser testigo de su crecimiento personal. Es inexplicable la sensación que se experimenta al verlos ganar confianza en sí mismos y descubrirse reaccionando diferente, pues hasta su forma de expresarse cambia.

Considero que el acudir a terapia implica mucho valor y decisión, pero el concluirla es una sensación de logro, que con sinceridad pocos pacientes experimentan, pues es muy común que al sentirse “mejor” abandonen el proceso aún cuando no sea el momento adecuado y es entendible, porque somos humanos y muchas veces no se logra la alianza terapéutica adecuada o no se avanza en el proceso pero antes de abandonar, sugiero que se hable abiertamente con el terapeuta, para la búsqueda de alternativas o si fuera necesario, que nos refiera con alguien más, pero no dejemos los procesos a medias, porque equivale a dejar una herida abierta que terminará por sangrar en algún otro momento.

Quiero aprovechar éste espacio para agradecer a todos los que han sido mis pacientes, por dejarme acompañarlos en su proceso y dejarme aprender tanto. ¡Gracias!

Espero que lo anterior les haya sido de interés y recuerden que esperamos sus comentarios y sugerencias a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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