Hay una gran diferencia entre lo que compra una persona con hábitos saludables, respecto a otra que estudia.
En el sexenio anterior, la inflación afectó el poder adquisitivo de las personas, aunque no de la misma manera. Ello depende del tipo de personalidad, es decir, de los productos que más consume el individuo.
Si bien de noviembre de 2012 al mismo mes pero de 2018 el Índice Nacional de Precios al Consumidor tuvo un acumulado que ronda 30%, cada persona tiene su propia canasta básica y, dependiendo de lo que consume, pueden llegar a enfrentar alzas de hasta 70% por producto.
Hay una gran diferencia entre lo que compra una persona con hábitos saludables, respecto a otra que estudia, alguien de edad avanzada o incluso un menor de edad.
En un ejercicio se eligieron siete canastas que se adecúan a estas personalidades: ama de casa, empleado de oficina, deportista, estudiante de nivel medio superior, un niño, un adulto mayor y el bohemio.
A cada perfil se le asignaron 10 productos y se verificó el Índice Nacional de Precios al Consumidor que da a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para cada uno, en el periodo mencionado, en el cual se registró una inflación acumulada de casi 30%.
Las mayores alzas de las siete canastas de productos se registraron para el perfil bohemio, con un promedio ponderado de 31%, sobre todo por las alzas acumuladas de 47% en refrescos, 41% de las papas fritas, 36% de loncherías, fondas y torterías, 34% de los cigarrillos y 27% en el caso de la cerveza.
En el de los productos asignados al ama de casa, el promedio ponderado es de una inflación de casi 30%, con las mayores alzas en carne de res (51%), papa y otros tubérculos (73%) y manzana (32%).
La canasta de niños, con promedio ponderado de 31% incluye tres productos que superan 40% de aumento: jamón (42.1%), pastelillos y pan dulce empaquetado (42%), refrescos (47%), además de galletas, con un incremento de 38%.
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