Es la puerta de entrada a la Lagunilla, entre la calle de las novias y la calle de Allende, en el corazón de la ciudad.
Se trata de una pintoresca calle peatonal, que destaca por las coloridas edificaciones del siglo XIX que yacen en sus costados y la profusa cantidad de jardineras con altos árboles que viven a lo largo del camino.
Es verdaderamente uno de esos lugares entrañables del centro, que da gusto encontrar y recorrer; pero más que una calle es un recordatorio de la etapa de independencia en nuestro país y el papel que jugaron las mujeres durante las tertulias secretas que se organizaban.
Mariana Rodríguez del Toro fue una novohispana que simpatizó con el movimiento insurgente. No se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, sin embargo, se estima que fue alrededor de 1790.
Varias mujeres resuenan en la historia de la Independencia, tales como Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario. Pero también conviene remembrar a Mariana Rodríguez del Toro, y a su esposo don Manuel Lazarín, pues fue en su casa donde se planeó la Conspiración del Año de 1811, un lunes Santo.
La pareja se encontraba en su hogar con un grupo de amigos. Después de las 8:30 de la noche la amena reunión fue irrumpida por las intensas campanadas de la Catedral y otros ruidos de artillería.
La Corona estaba celebrando la aprehensión de Miguel Hidalgo y otros compañeros. La noticia entristeció a los presentes, pues llegaron a la conclusión de que el movimiento había llegado a su fin.
No obstante, doña Mariana dijo:
“¿Qué sucede, señores? ¿No hay otros hombres en América aparte de los generales que han caído prisioneros? ¡Libertar a los prisioneros: tomemos al virrey, ahorquémoslo!”
Durante aquella reunión se acordó apoyar la idea de Mariana, inclusive se estableció fecha para la aprehensión del virrey. Cabe mencionar que el plan fracasó, pero sin duda despertó al pueblo y sus ganas de seguir con los planes de independencia.