El Timkat en Etiopía, la gran migración de los búfalos en Masái Mara, en Kenia, o el desfile de kimonos de Kioto. 

Con el año recién estrenado, comienza a girar la rueda de los viajes: de los que haremos y de los que soñaremos. Hay grandes acontecimientos culturales por todo el planeta que conviene conocer al menos una vez en la vida y que pueden ser la razón para hacer las maletas. Estas son algunas ideas para estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado.

Enero. Del Timkat de Etiopía a las pistas de esquí suizas

Para comenzar el año, proponemos dos citas completamente diferentes que solo podremos disfrutar en estas fechas. Los amantes de lo exótico y de los viajes culturales únicos deben de participar al menos una vez en la vida en el Timkat o Epifanía etíope. Se celebra entre el 18 y el 20 de enero y es el festival más colorido del país africano. Conmemora el bautismo de Jesús de Nazaret en el Jordán y aunque hay ceremonias por todo el país, la más espectacular tiene lugar en Gondar, la antigua capital, con sus castillos del siglo XVII, donde los sacerdotes cargan con tabots (réplicas del Arca de la Alianza) hasta los baños de Fasilidas, y participan en una vigilia nocturna, a la que siguen aparatosos bautismos por inmersión. Y solo con alejarse un poco de estas fiestas tan importantes para los creyentes, en este mes seco y fresco queda tiempo para explorar otras bellezas del país, entre ellas, tres de los hitos de cualquier viaje a Etiopía. La pequeña localidad de Lalibela, con sus iglesias excavadas; la ciudad sagrada de Aksum, al norte de Gondar, con sus antiguos stelae (obeliscos), adonde se llega por caminos que serpentean por las escarpadas montañas Simen, el hogar de los monos geladas, y el lago Tana, más al sur, flanqueado por monasterios medievales. Conocida como la “Camelot de África”, Gondar es un lugar muy sugerente. Tanto la ciudadela de Fasil Ghebi como la iglesia de Debre Berhan Selassie, con 104 querubines en el techo y maravillosas pinturas murales, son patrimonio mundial. Se puede volar hasta Gondar desde Adís Abeba; en autobús se tardan dos días.

La otra cita de enero es una alternativa para los que quieren codearse con los famosos en uno de los mejores centros de invierno del mundo. Sankt Moritz, en el valle suizo de Engadin, es la cuna del esquí que se lleva practicando aquí desde hace un siglo y medio. Hoy este complejo turístico tiene más de 350 kilómetros de pistas esquiables en sus tres zonas principales –Corviglia, Corvatsch (buenos descensos en glaciares) y Diavolezza–, y sigue siendo uno de los mejores lugares del mundo para practicar deportes de invierno. Una advertencia: barato no es. Sigue siendo, como en sus orígenes, un imán para ricos y amantes del glamur, pero en enero sus pistas negras (para los más expertos) no tienen rival en el mundo. Sus 160 kilómetros de cuidados senderos llevan a los esquiadores de fondo hasta espectaculares bosques y después estos pueden sumergir sus fatigados músculos en un baño termal.

Sankt Moritz ofrece además la opción de poner a prueba los nervios en la Cresta Run, una pista de hielo natural de 1,2 kilómetros para trineos. Construida en 1884, abre desde finales de diciembre y hasta los principiantes más intrépidos pueden lanzarse por sus curvas a toda velocidad en un trineo skeleton (trineo simple). Las plazas para principiantes en la Cresta Run son limitadas; conviene reservar con mucha antelación. El aeropuerto internacional más próximo es Zúrich, a unos 200 kilómetros, tras un pintoresco trayecto de cuatro horas en tren.

Febrero: carnavales para elegir

Febrero es tiempo de carnavales por todo el mundo, desde los elegantes y grandiosos de Venecia, llenos de historia, hasta los más deslumbrantes y coloridos del mundo, los de Río. Entre uno y otro, hay una gama enorme de festividades de invierno que incluyen modestas mascaradas en pueblos remotos pero también otras llenas de música que compiten en imaginación y animación con los grandes nombres.

En Venecia el carnaval dura 17 días. Arranca dos viernes antes del Miércoles de Ceniza y se prolonga hasta el Martes de Carnaval. Es la fiesta de disfraces barroca más famosa y extravagante del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo XV, cuando asociaciones privadas organizaban bailes de máscaras y, entre los pasatiempos, estaba el hostigar toros y disparar perros vivos con cañones. Su creciente popularidad hizo que en el siglo XVIII llegara a durar hasta dos meses. Dejó de celebrarse cuando el dictador Benito Mussolini (1883-1945) prohibió las máscaras. No se restableció hasta mucho después, en 1979, cuando recuperó su sitio entre las mejores fiestas del mundo. Siempre se inaugura un sábado, con una procesión con máscaras que sale de la plaza de San Marcos sobre las cuatro de la tarde. Entre lo mejor del carnaval se incluyen el Baile del Dux y un desfile de barcas y góndolas decoradas por el Gran Canal, pero hay muchas actividades aparte de los eventos principales. Artistas callejeros llenan las plazas y a veces se instala una pista de patinaje en el Campo San Polo. Solo hay que comprar una máscara y empaparse del espíritu carnavalesco. Es cierto que fuera de los días de carnaval, en febrero, Venecia puede ser gris y gélida, pero sus canales están envueltos en una sugerente niebla y sus cafés son un refugio para tomarse una cioccolata calda.

El otro gran carnaval es el de Río de Janeiro, que no es apto para todos los públicos (abstenerse aquellos a los que no le gusten los grandes jolgorios y las masas). Es una fiesta única, luminosa, atrevida, ruidosa e inolvidable: dos millones de personas cubiertas de lentejuelas bailan a ritmo de samba en una de las ciudades más hermosas del mundo. Para algunos, sumarse a esta melé es una pesadilla, pero para otros es algo que hay que hacer antes de morir. Es básico reservar con antelación y decidir cómo participar: se puede ocupar un asiento en el Sambódromo para ver los desfiles, aprender a bailar samba para ser parte del espectáculo o unirse a los blocos (fiestas en la calle). Al margen de esta gran cita, se puede disfrutar de otros carnavales más modestos en Brasil, como el de Salvador, con influencias africanas, las fiestas callejeras de Recife y Olinda o el de Sao Paulo, similar al de Río pero menos turístico. Este año comenzará el 23 de febrero. Para recuperarse de los excesos, proponemos pasar después unos días en Buzios, cerca de Río, o en la isla de Tinbar, próxima a Salvador.

Marzo: brindar con San Patricio y ballenas en California

El 17 de marzo los irlandeses de todo el mundo celebran San Patricio, estén donde estén. Pero si hay un sitio donde se vive de manera muy especial la madre de todos los festivales irlandeses es en Dublín. La capital se inunda de cerveza, gorritos y ropa en verde, blarney (mucha labia) y craic (diversión). Pero sobre todo, hay cientos de miles de personas por las calles y en los locales del centro honrando al santo cuyo mayor mérito fue erradicar las serpientes de Irlanda. Y además de cervezas y música, hay teatro, fiestas callejeras y un famoso desfile que completa las celebraciones. Empieza al mediodía, en Parnell Square, para bajar después por O’Connell Street, atravesar College Green y terminar en la catedral de San Patricio. Para verlo bien se pueden comprar entradas para sentarse en las gradas. Si no nos interesa el desfile, siempre podremos ir a la zona de bares y restaurantes de Temple Bar, y pasar allí el día de San Patricio o participar en un circuito por la fábrica de cerveza Guinness.

Para quienes prefieren los viajes de naturaleza, marzo es una magnífica época para observar ballenas en Baja California. Desde noviembre hasta abril, miles de ballenas grises llegan en migración desde las frías aguas del mar de Bering hasta las lagunas de Puerto San Carlos, Ojo de Liebre o San Ignacio, bahías interiores de tranquilas aguas someras, para aparearse o parir y amamantar a los ballenatos —700 kilos de peso al nacer— que han gestado durante 12 meses. En febrero y marzo se produce la mayor concentración de ejemplares de ballenas grises en estas aguas, lo que garantiza el avistamiento cercano de los mamíferos gigantes, que se acercan a las pangas, las barcas de turistas. Tras dos o tres meses en estas aguas, las ballenas y sus crías, que en ese tiempo ya han doblado su peso, regresan a mar abierto para emprender el viaje de vuelta, unos dos meses, hasta las aguas ricas en krill (un pequeño camarón) del Ártico. No son las únicas que visitan la región: también hay rorcuales, yubartas, orcas, calderones e incluso la gran ballena azul, el animal más grande del planeta, con hasta 26 metros de longitud. En la costa este, la bahía de La Paz es lugar de reunión de tiburones ballena. Para llegar hay que volar hasta Cabo San Lucas (hay vuelos diarios desde Ciudad de México, a dos horas y media de avión). También hay cruceros que salen de San Diego (EE UU).

Abril: senderismo y floraciones

Tiempo primaveral en el hemisferio norte: tiempo perfecto para viajar a un montón de lugares, hacer senderismo, fotografiar las floraciones más espectaculares o acercarse a recorrer desiertos que unos meses después serán imposibles por el calor. Podemos, por ejemplo, recorrer Jordania, con su ciudad de Petra tallada en la roca o el castillo cruzado de Kerak, la Gerasa romana, o los portentosos paisajes del desierto de Wadi Rum. También es la ocasión para hacer senderismo en los Alpes, o entre los prados de narcisos del Distrito de los Lagos, en Inglaterra. También estamos en la mejor época para recorrer el Himalaya, en Nepal, con días largos y cálidos. El valle de Katmandú está animado con el Bisket Jatra, el Año Nuevo Nepalí, que cae a mediados de abril.

Una experiencia interesante para viajar este mes es la celebración de la primavera en China, en los festivales Qingming (día de la limpieza de tumbas) y el Hanshi (festival de la comida fría), que marcan el inicio de esta estación. Hace buen tiempo, los cielos están despejados y podemos disfrutar de dos festivales por el precio de uno. Primero llega el Hanshi, con más de mil años de historia, que debe su origen al gesto de un hombre, Jie Zitui, que se cortó un trozo de pierna para poder alimentar a su señor hambriento que había sido condenado al exilio. Después, éste quiso recompensarlo, pero al incendiar la montaña donde Jie se había retirado, lo mató. El señor proclamó el Hanshi, un día en el que solo se puede comer comida fría. Durante el Hanshi, las familias dedican un rato a limpiar las tumbas de los parientes fallecidos, a dejarles ofrendas de comida y bebida, a brindar por los difuntos y a quemar papeles que parecen dinero. Después disfrutan de la primavera paseando por el campo y viendo la floración tras el invierno. También es muy popular hacer volar cometas, de día y de noche. Al anochecer las cometas van adornadas con farolillos encendidos y la cuerda se corta para que salgan volando, llevándose dolencias y pesares, e invocando a la buena suerte.

Mayo, los festivales de la libertad, la cerveza y los santos patrones

Este año, el mes de mayo será muy especial en los Países Bajos, que celebrarán 75 años del final de la II Guerra Mundial y lo harán por todo lo alto. Los holandeses han declarado abril como el Mes de la Libertad, con el Día de la Liberación nacional, el 5 de mayo, como la gran fecha señalada. Durante esa jornada se celebran 14 festivales por la libertad en todo el país, y un poco después, el 27, la tradicional fiesta del Día del Rey: un buen momento para ver cómo viven y sienten los neerlandeses y salir de Ámsterdam.

Otro lugar que celebra el mes de mayo es Praga, pero no porque los días sean cada vez más largos y cálidos para pasear en barca por el río Moldava y cruzar el Puente de Carlos, sino por el Festival de la Cerveza. En Letn Park, en una gran carpa con 10 mil asientos, ofrecen más de 150 cervezas diferentes, además de comida checa, desde salchichas picantes a “gorrión de Moravia” (cerdo y bolas de masa). Entre cerveza y cerveza podemos dedicar un día a la ciudad vieja y al barrio judío; otro al castillo y Mala Strana y un tercero a los museos y tiendas. Además estamos en el mes del Festival de Primavera de Praga, dedicado al jazz y a las músicas clásica y étnica.

Otras festividades de origen religioso pero marcado carácter lúdico salpican la geografía mediterránea durante el mes mayo. Por ejemplo en Gubbio (Umbría, Italia) que celebra el 15 de mayo una de las carreras más espectaculares del país: la Carrera de Santos de la Corsa dei Ceri, que conmemora al santo patrón de la ciudad, San Ubaldo, y se viene haciendo del mismo modo desde el siglo XII: es una competición de proporciones épicas. Tres equipos corren por las calles de la ciudad y las empinadas laderas del monte Ingino hasta la basílica de San Ubaldo, donde descansa el cuerpo del santo. Cada equipo acarrea el llamado cero (cirio), que en realidad es un pilar de madera de 4 metros con una estatua de uno de los tres santos “rivales” (Ubaldo, Jorge y Antonio). Cada pilar pesa unos 400 kilos. La carrera empieza a las 18.00 con la bendición del obispo y luego los equipos corren por la ciudad y suben hasta la basílica, situada 300 metros más arriba. Los ceraioli (portadores del cirio) visten los colores del santo que acarrean: amarillo para Ubaldo, azul para Jorge y negro para Antonio. Al final siempre gana san Ubaldo; al fin y al cabo es su día.

Junio: el mes del sol

La luz invade en junio los países nórdicos, adormecidos en la oscuridad durante todo el invierno. En San Petersburgo, por ejemplo, podremos admirar la luz de los largos días en las famosas Noches Blancas. La ciudad fundada a orillas del río Neva por el zar ruso Pedro el Grande en 1703 fue diseñada para impresionar. Sus palacios, museos y teatros son enormes y resultan todavía más grandiosos y románticos a comienzos de verano, cuando nunca se pone el sol y un resplandor luminoso baña la ciudad las 24 horas de los siete días de la semana. Durante las Noches Blancas (aproximadamente desde la segunda semana de junio hasta principios de julio), San Petersburgo es un torbellino de ópera, ballet, música y zhizni radost (alegría de vivir). Hay que pasear a orillas del Neva o por el Jardín de Verano, contemplar los puentes abiertos y los surtidores de las fuentes de Peterhof.

Los interminables días de verano de los países nórdicos son también los mejores para visitar lugares como las Islas Orcadas o Groenlandia o para ir al Cabo Norte por la costa de Noruega. Cada segundo de luz permite disfrutar del paisaje, conducir entre pueblos de pescadores y por las escarpadas cordilleras de las islas Lofoten y Senja, vagar por los inmensos bosques de pinos y abedules y caminar hasta Knivskelodden, el punto más septentrional de la Europa continental.

En el continente americano, junio es el mes del Inti Raymi (Sacsayhuamán, Cuzco, Perú). Esta ceremonia en honor a Inti, el dios Sol, solía implicar sacrificios masivos de llamas en un sangriento ritual también dedicado a Pachamama, esposa de Inti y diosa de la fertilidad. Actualmente los sacrificios se han sustituido por cómodas sillas para los turistas. El festival del Inti Raymi recrea tradiciones que se remontan 500 años antes del apogeo del Imperio inca, cuando era la ceremonia más importante de Cuzco, por aquel entonces la capital. El Inti Raymi celebraba el Nuevo Año inca y el solsticio de invierno, cuando el Sol estaba más alejado de este lado de la Tierra y había que venerar a Inti. Actualmente, la ceremonia tiene lugar en las misteriosas ruinas de piedra de Sacsayhuamán, a las afueras de Cuzco. Desde el Qorikancha, el templo del Sol, la procesión serpentea las calles de la ciudad, llenas de flores, música y oraciones, y mujeres con escobas espantan a los espíritus malignos. Al llegar a Sacsayhuamán hay discursos en quechua y se lleva a cabo el falso sacrificio. El sumo sacerdote sostiene en alto un corazón para Pachamama y lee el futuro en las manchas de sangre. Cuando el sol se pone, se encienden hogueras y la procesión regresa a Cuzco.

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