El amor propio es fundamental para tener confianza, para validar lo que sentimos y como consecuencia, no permitir aquello que nos lastime o no merezcamos.
Es muy común confundir estos términos, incluso hay quienes se refieren a un «egoísmo sano» pero aún con la aclaración, me parece que sigue teniendo una connotación negativa y por ello nos cuesta trabajo asumirnos como «egoístas sanos», sin embargo existe un término más adecuado que es el de «amor propio» que define más clara y positivamente la base de la relación con nosotros mismos.
¿A qué se refiere realmente el amor propio? Se trata de la calidad de relación que tenemos con nosotros mismos, porque es verdad que el amor inicia dentro de cada uno y aunque parezca título de un mal libro de autoayuda, es cierto que nosotros somos nuestro primer referente en cuanto a lo que esperamos de las relaciones afectivas. Es por esto, que se vuelve una constante la forma en que nos tratamos y lo que recibimos de los demás, aunque pudiera parecer más lógico que los demás nos traten como nosotros los tratamos, ellos tomarán como referente que sucede en nuestro interior, pues será lo que nos lleve a poner límites o no.
El amor propio es fundamental para tener confianza, para validar lo que sentimos y como consecuencia, no permitir aquello que nos lastime o no merezcamos. Sin embargo, pareciera que conectar con nosotros mismos no es tan sencillo, pues estamos inmersos en una sociedad que promueve lo superficial, el impulso sobre el bienestar y nos convence que el amor propio y el egoísmo son la misma cosa, pero no es así.
El amor propio se basa en el bienestar, no cobra ningún costo y no hace daño a nadie, mientras que el egoísmo generalmente proviene del impulso y muchas veces, afecta a otros al mismo tiempo que nos cobra un precio a nosotros mismos. Por ejemplo, si yo decido tomarme unos minutos para reflexionar sobre como me siento ante una situación de enojo antes de hablar, estar actuando en base a amor propio porque estoy validando mi emoción y eligiendo la mejor manera de responder. Si por el contrario, ante la misma situación me dejo llevar por lo que siento y por desahogarme digo cosas desde el enojo, estará actuando egoístamente y no solo corro el riesgo de lastimar a la otra persona, sino que también me puedo sentir arrepentida de lo que dije y entonces me daré cuenta de que no estaba actuando por mi bienestar, sino por impulso.
El amor propio implica no sólo sentirse bien de manera inmediata, por conseguir aquello que queremos, sino estar consciente de lo que realmente necesitamos para sentirnos plenos y que el estado de bienestar, sea duradero. Es por eso, que no vamos a alcanzar el amor propio por pesar x cantidad de kilos, o tener ciertas cosas, sino que lo construiremos a partir de un reconocimiento profundo de nuestras fortalezas y debilidades para una correcta autovaloración, que dará como resultado una autoestima sólida, que no fluctúe a razón del peso corporal o la posesión de bienes.
¿Cómo podemos alimentar el amor propio?
*Procurando el dialogo interno.
*Reconociendo tanto nuestras fortalezas, como nuestras debilidades.
*Conectando con nuestras necesidades, deseos y emociones.
*Validando aquello que pensamos y sentimos, a través de nuestros propios argumentos.
*Actuando en razón de nuestro bienestar real y no a través del impulso.
*Poniendo límites ante aquellas cosas que no nos hacen sentir bien.
*Siendo más compresivos con nosotros mismos si cometemos alguna falta, entendiendo la lección y soltando la culpa.
En suma, el amor propio se consigue mejorando la relación con nosotros mismos, para tratarnos como quisiéramos que lo hicieran los demás. Al acostumbrarnos al trato amoroso, respetuoso y compresivo que merecemos, no nos conformaremos con menos.
Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y nos lleve a reflexionar sobre la calidad de nuestras relaciones, para prestarnos más atención.
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¡Hasta pronto! Nos leemos nuevamente desde el diván.