Y es que la entidad representa origen, tránsito y destino de personas que son sometidas a condiciones de explotación, sobre todo de tipo de sexual.
Puebla es considerado un foco rojo en cuestión de trata de personas pues representa origen, tránsito y destino de personas que son sometidas a condiciones de explotación, sobre todo de tipo de sexual.
Así lo refleja el estudio de Hispanics in Philanthropy (HIP) titulado «Una Mirada desde las Organizaciones de la Sociedad Civil a la Trata de Personas en México», realizado que desde 2017, identificaba a la región centro del país —conformada por Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México, Michoacán e Hidalgo— como una de las más dinámicas en materia de trata de personas.
Puebla, caracterizada como un estado expulsor de migrantes, de gran concentración de población indígena en la zona serrana, de gran desarrollo urbano en algunas ciudades, de alta incidencia delictiva (secuestro, extorsión, robo de combustible y desaparición de personas), se combina con la trata, delito que además sigue el mismo comportamiento —a veces las mismas rutas— que el trasiego de drogas, armas y migrantes.
Reconocimiento como víctima
En el docmento, Mariana Wenzel González, directora del Refugio Casa ANTHUS, escibe que “Las víctimas que hemos podido atender no han ingresado al refugio porque se han percibido como víctimas», esto uno de los capítulos del informe de la CNDH Trata de Personas: Un acercamiento a la realidad nacional.
El área de Antropología Social del refugio, localizado en Puebla capital, asegura que una víctima de trata necesita de al menos siete meses para reconocerse como tal, por lo que recomienda que las denuncias por parte de las víctimas se hagan a posteriori, una vez que los sobrevivientes han pasado por un proceso de autopercepción.
SI no es así, existe el riesgo de que cuando la víctima realice una ampliación de su primera declaración, el Ministerio Público comience a dudar de la veracidad de los hechos narrados; el abogado defensor no tendrá más que promover un amparo y su cliente quedará en libertad. La víctima quedará encerrada y su victimario libre.
Se señala también que hay cinco motivaciones para que las víctimas busquen un refugio temporal: que estén acompañadas de sus hijos e hijas y acepten el ingreso por ver al refugio como una guardería; que hayan escapado de una situación de violencia por parte del tratante; que no posean documentos oficiales; que no cuenten con un hogar al cual regresar tras escapar de una situación “anormal” que no identifican como trata; o cuando la víctima es menor de edad.