Congelar óvulos y conseguir un vientre de alquiler o iniciar un proceso de adopción (sobre todo como hombre transgénero soltero), apunta, no siempre resulta un proceso exitoso.
Cuando llegó a los 30 años, Freddy McConnell se dio cuenta de que había llegado el momento de formar una familia.
«No solo a las mujeres les surge el instinto maternal», dice este joven británico cuyo camino hacia la paternidad fue retratado por el documental Seahorse que se presenta esta semana en la BBC.
Lo que hace diferente a la historia de McConnell es que tras haber hecho la transición de mujer a hombre hace algunos años, fue quien dio a luz a su bebé.
No fue una decisión fácil, pero tener su propio hijo era «lo más pragmático, la opción más simple», dice el periodista que trabaja para el medio británico The Guardian.
Congelar óvulos y conseguir un vientre de alquiler o iniciar un proceso de adopción (sobre todo como hombre transgénero soltero), apunta, no siempre resulta un proceso exitoso.
En una entrevista con The Guardian, McConnell recuerda su infancia feliz pero compleja, a raíz de sus problemas de identidad de género.
El primer intento de embarazo fracasó,
pero el segundo dio resultados.
De pequeño, McConnell experimentó disforia de género, un término que se utiliza para describir la ansiedad que sufre una persona que se identifica con el género opuesto al que nació.
Como les ocurre a muchas personas transgénero, fue víctima de bullying en la escuela y de las burlas crueles de sus compañeros, porque su comportamiento no se correspondía con el que se esperaba de una niña.
El malestar con su propio cuerpo se fue intensificando hasta que, a los 25 años, decidió hacer la transición tomando testosterona.
Un año después se sometió a una cirugía en la parte superior de su cuerpo para quitarse tejido mamario.
Sin embargo, se detuvo al momento de considerar una histerectomía, la intervención para extraer el útero. No quería eliminar definitivamente la posibilidad de tener hijos.
Su madre, Esme Chilton, recuerda el día en el que su hijo le contó cómo se sentía.
«Estaba en la universidad, en Edimburgo, y se sentía bastante infeliz. Y me dijo: ‘Soy niño y quiero ser un niño, me he sentido así toda la vida'».
De hombre a mujer
y de mujer a padre
El documental relata el estrés que empezó a sentir McConnell cuando dejó de tomar testosterona con la idea de concebir, y su cuerpo empezó a hacer el camino inverso.
La falta de esta hormona hizo que, entre otras cosas, volviese a tener la regla. Esto hizo posible que empezase un tratamiento de fertilidad con el esperma de un donante.
Después de haber buscado información en internet y haber visto que parejas trans en Estados Unidos habían logrado concebir con éxito, McConnell se atrevió a intentarlo.
La primera tentativa no dio resultados, pero a la segunda se confirmó que estaba esperando un bebé.
Seahorse (caballito de mar, en español, una especie en la que el macho lleva a sus hijos dentro su vientre) muestra también el momento en que McConnell da a luz en una piscina del hospital, acompañado de su madre.
Jack hoy tiene un año y vive junto a su padre en un municipio costero de Inglaterra.
Vivir en un pueblo pequeño rodeado del apoyo de su familia y amigos, dice, le resulta mucho más cómodo que, por ejemplo, hacerlo en una gran ciudad como Londres.