Los niños aquejados por el estrés escolar, pueden presentar cambios en su comportamiento, como estar más irritables, sensibles o inquietos.
@GabrielaFlor
Éste lunes regresaron a clases los niños y con ello, la rutina y el estrés. Aunque en la mayoría de los casos, se va logrando paulatinamente la adaptación a un nuevo ciclo, nuevos maestros, nuevos compañeros e incluso nueva escuela, para algunos niños puede ser una fuente de mucho estrés e incluso presentar cuadros ansiosos, que corresponden a lo que podría llamarse estrés escolar que aunque no existe aún como definición, se debe según el Dr. Alejandro Maturana, Psiquiatra de la Universidad de Chile, a que los niños en edad escolar se encuentran enfrentados a situaciones de alta demanda y requieren del despliegue de todas sus capacidades de enfrentamiento para adaptarse a los estresores, tanto internos como externos, lo que genera una fuerte carga de estrés para el estudiante.
¿Por qué sucede esto? Porque con el nuevo ciclo, vienen situaciones que pueden ser detonantes del estrés como las exigencias dentro y fuera de la escuela, las tareas, la competitividad, miedo al fracaso, preocupación por la aceptación de los pares, cansancio cognitivo e incluso bullying.
Los niños aquejados por el estrés escolar, pueden presentar cambios en su comportamiento, como estar más irritables, sensibles o inquietos. En algunos casos, pueden presentar problemas para conciliar el sueño o nerviosismo a medida que se acerca la noche o se preparan para ir a la escuela. A mediano o largo plazo, se pueden presentar síntomas cognitivos como falta de memoria, dificultad para atender y concentrarse, desmotivación o disminución en su capacidad de organización.
¿Qué puede hacerse? Al inicio del ciclo, conviene hablar con los niños sobre cómo se sienten y profundizar en las inseguridades que puedan expresar. Dependiendo de las mismas, puede ayudar el contar alguna anécdota personal sobre cómo enfrentamos en su momento una situación así o resaltar los puntos positivos del regreso a clases, como el reencuentro con los amigos o la posibilidad de hacer nuevas amistades y si se trata de un niño pequeño que recién ingresa a la escuela, puede resultar muy útil que la conozca antes de iniciar el ciclo.
Ayuda mucho no presionarlos con las calificaciones, pues siempre será mejor incentivar el esfuerzo que la búsqueda de un número, pues puede ser un factor detonante del estrés y no garantiza el aprendizaje.
Conviene establecer desde antes, una rutina con horarios claros para dormir, pues suele ser lo que más trabajo les cuesta retomar después de las vacaciones e influye en su ánimo al despertar.
Se debe procurar que en la rutina diaria, cuenten con espacios de ocio pues resulta contraproducente llenarlos de actividades fuera de la escuela, pues aunque sean recreativas o deportivas, pueden abrumar al niño.
En época de exámenes, conviene enseñar a los niños algunas técnicas de relajación, como la respiración profunda o proporcionarles una pelota antiestrés o un frasco de la calma.
Como mencioné anteriormente, los síntomas suelen ser pasajeros y se logra la adaptación, pero si no fuera el caso y pasan más de 15 días en estado de estrés, conviene investigar si existe alguna otra causa como bullying. Si no hubiera ninguna causa concreta y los síntomas lejos de disminuir, comenzaran a agravarse en intensidad o frecuencia, es recomendable acudir con un especialista para prevenir algún trastorno como ansiedad o depresión.
Recordemos ante todo que la herramienta más eficaz es la comunicación, pues ayudará a dimensionar adecuadamente el grado de estrés experimentado y buscar las estrategias más adecuadas, según sea la caso.
Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y esperamos como siempre sus comentarios a través de nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.
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GABRIELA FORTIS VELASCO es tanatóloga poblana especialista en atención ante muertes de seres queridos y separaciones