Hubiera exhibido cómo vivían los gobernantes en esa residencia. Los poblanos teníamos derecho a saber cómo manteníamos a los mandatarios y sus familias. Hubiera sido un acto de justicia.


@ferperezcorona

Una pregunta fue recurrente en el primer año del sexenio del gobernador Rafael Moreno Valle, además de la relacionada sobre Mario Marín Torres:

¿Cuánto invirtió el gobierno del estado en la remodelación de Casa Puebla?

Y es que de súbito, sin licitación de por medio, habían iniciado los trabajos en la zona de los Fuertes.

El entonces secretario de Infraestructura, José Antonio Gali Fayad, no daba una cifra exacta

En alguna ocasión dijo que unos 17 millones de pesos.

Es más, respondió lo mismo a varias solicitudes de información hechas a través de la plataforma Infomex.

Así que cuando Moreno Valle Rosas rindió su primer informe de labores el 15 de enero de 2012, hubo quienes pensaron, ingenuamente, que el dato sería proporcionado por el mandatario, como una prueba de que estaba decidido a gobernar de manera distinta, a hacerlo en forma transparente.

Como sucedía en todos los informes de gobierno, ese 15 de enero hubo cascada de datos mezclados con mensajes políticos.

Pero, nunca aclaró el gasto en Casa Puebla.

No lo hizo en el discurso; pero, sí lo informó.

Una semana después del reporte de actividades, el reportero buscó entre los diputados los anexos del Informe.

No buscaba el costo de la inversión en Casa Puebla.

En realidad, buscaba datos para hacer notas de cualquier tópico.

La revisión renglón por renglón era obligada. De pronto, en el referente a Gestión Pública encontró algo que no buscaba.

Moreno Valle reveló en su informe que la remodelación del salón de usos múltiples de la residencia oficial costó 21.9 millones de pesos, según el folio 20110034.

Agregó que el mantenimiento a “la palapa, alberca y obra exterior” del mismo inmueble ascendió a 13.8 millones de pesos, de acuerdo con el folio 20110316.

Y apunto que el remozamiento “de las oficinas” de la residencia superó los 13.3 millones de pesos, conforme al folio 20110035.

Adicionalmente, “la elaboración de los proyectos ejecutivos y la dirección arquitectónica referentes a la remodelación de las oficinas de la residencia oficial, Casa Azul y Casa Aguayo” representaron un gasto de 10.1 millones de pesos para el erario (folio 20110677), dice el portal.

Además, la administración local aplicó 3.6 millones de pesos para modificar la “casa de visitas de la residencia oficial” (folio 20110669), otros 3.1 millones de pesos para la “adecuación del helipuerto” (folio 20110673) y 574 mil pesos para la “remodelación de la cancha de tenis” (folio 20110667).

En total, 66.6 millones de pesos.

El dispendio había sido confesado por el mandatario.

Había sido desenmascarado el engaño.

No habían sido 17.4 millones, como dijo Gali, quien por cierto, se aventó la puntada de responder que era imposible “desglosar costos”, que estaban “imposibilitados para atender favorablemente su petición, debido a que el expediente unitario y administrativo de la obra que nos ocupa, se encuentra clasificado como información reservada”.

¡Qué descaro!

¿Información reservada?

Simplemente, no había justificación para gastar 66.6 millones de pesos para remodelar la residencia oficial del gobernador del cuarto estado con más pobres de México.

A casi siete años de distancia, el próximo gobernador: Luis Miguel Barbosa Huerta, anunció que ha iniciado el desmantelamiento del inmueble.

¡Qué lástima!

Hubiera exhibido cómo vivían los gobernantes en esa residencia.

Los poblanos teníamos derecho a saber cómo manteníamos a los mandatarios y sus familias.

Hubiera sido un acto de justicia.

El pasado viernes, a través de su cuenta de Twitter, Barbosa Huerta reiteró que el inmueble dejará de ser la residencia oficial del gobernador y que se convertirá en un espacio cien por ciento público, que albergará las oficinas de los institutos de Pueblos Originarios; de Discapacidad; y de la Juventud, y que sus jardínes serán abiertos los fines de semana.

¿Dónde vivirá Barbosa? Apuesto a que más de uno lo quiere de vecino. Su colonia se convertirá en la más segura de la capital, la de mejores servicios.

Quizá es lo de menos.

Lo cierto es que nunca más un gobernador debe invertir el erario en remozar una casa para que viva mejor, con el lujo que cree que requiere el cargo. Nunca más. Que así sea.

Y recuerde: nadie es completamente bueno, ni completamente malo

***

Fernando Pérez Corona, Periodista. Correo electrónico: ferperezcorona@hotmail.com

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