El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha fijado un plazo de siete días para que su homólogo de Ucrania, Volodímir Zelenski, responda al plan de paz de 28 puntos pergeñado entre Washington y Moscú. En declaraciones a la cadena Fox Radio, el republicano ha declarado que el próximo jueves, día de Acción de Gracias en Estados Unidos, es un “momento apropiado” para que Kiev decida si acepta el trágala, que le obligaría a ceder territorio y dar luz verde a lo que hasta ahora han sido líneas rojas ucranias en la negociación.

Trump ha dejado claro que Zelenski no tiene más opción que aceptar, le guste o no. “Tendrá que gustarle”, indicaba, en declaraciones durante su reunión en el Despacho Oval con el alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani. “Si no le gusta, puede seguir combatiendo”, agregaba — con el sobreentendido de que, en ese caso, Estados Unidos abandonaría a su suerte al hasta ahora aliado.

“En algún momento va a tener que aceptar algo que no ha aceptado. Recuerden, no hace tanto tiempo le dije aquí mismo en el Despacho Oval que no tenía las cartas”, sentenciaba, en alusión a la infausta reunión del pasado febrero en la que él y el vicepresidente J.D. Vance abroncaron muy públicamente al ucranio y le reprocharon que, sin el apoyo estadounidense, no tenía ninguna posibilidad de ganar la guerra. “(Zelenski) debió haber aceptado un acuerdo hace un año, dos años”

Era la primera vez en que Trump se pronuncia en público sobre el plan que el secretario del Ejército estadounidense, Dan Driscoll, presentó a Zelenski durante una reunión en Kiev este jueves, y que prevé, entre otras cosas, una reducción de las fuerzas armadas ucranias y que el país ocupado ceda a Rusia el control de la provincia de Donetsk, de la que Moscú ocupa en la actualidad gran parte, pero no toda.

“Si las cosas funcionan bien, puedes prorrogar los plazos, pero creemos que el jueves es un momento apropiado”, ha declarado el presidente. Previamente, el periódico The Washington Post había publicado que si para esa fecha Ucrania no da su visto bueno, la Administración estadounidense está dispuesta a retirar su apoyo militar al país invadido.

El suministro de armamento estadounidense a Kiev se ha reducido enormemente tras el regreso a la Casa Blanca de Trump y ahora se limita al que los aliados europeos compran a Washington para enviar a Kiev. Pero Estados Unidos mantiene su colaboración de inteligencia, fundamental para que los mandos ucranios puedan planificar sus movimientos militares y defenderse de los ataques rusos. Estados Unidos ya suspendió brevemente la cooperación de inteligencia en marzo, tras el rapapolvo a Zelenski en el Despacho Oval, y los efectos de ese paso se hicieron notar de inmediato.

El presidente estadounidense tiene prisa por proclamar el fin de la guerra, y no lo esconde, por poder proclamar el fin de la guerra. En las condiciones que sean, al parecer. Por un lado, que continúen los combates es un continuo recordatorio de que no ha conseguido cumplir una de sus promesas más hiperbólicas y más célebres de su campaña: que conseguiría terminarla en su primer día de regreso en la Casa Blanca.

Por otro, aspira a repetir lo que considera su gran triunfo en política internacional —el alto el fuego y el plan estadounidense de 20 puntos en Gaza—, para bruñir la imagen que busca proyectar en el mundo: la de gran pacificador de conflictos imposibles. El miércoles, en una comparecencia junto al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman en un foro de inversión bilateral en Washington, Trump ya había anunciado su interés en intervenir para solucionar un nuevo conflicto, el de Sudán, a instancias del líder árabe.

Una nota de EL PAÍS.

Para más información de MUNDO haz clic AQUÍ.

Sigue la información de última hora en las redes sociales de URBANO Noticias Puebla y Tlaxcala.