La corrupción ha hecho que el penal de San Miguel se encuentre fuera de control, y la teoría criminológica establece que la violencia que se genera en los centros penitenciarios se reproduce en las ciudades.

A lo largo de los últimos meses, el autogobierno en el penal de San Miguel ha ido ganando terreno, al grado de que regresaron las fiestas y el ingreso de mujeres a zonas VIP controladas por internos.

Además, se extendió la renta de celulares y las extorsiones, que incluyen golpizas a los internos.

En los últimos días suman tres muertes que fueron catalogadas como dos infartos y un suicidio, aunque en los pasillos de la prisión las historias son muy diferentes.

La más reciente es la de Israel N., alias “El Nenuco”, quien llevaba más de una década en prisión. Una de las claves para entender su muerte, según los rumores dentro del penal, estaría en una riña en la que participó días antes de ser hallado sin vida.

Tras la difusión de los videos de las fiestas y los lujos con los que viven algunos internos, el director del penal y sus cómplices tomaron una determinación para que esto no vuelva a ocurrir.

¿Retiraron los teléfonos celulares?

No. Ordenaron aplicar Kola Loka con carbonato a las cámaras de los aparatos.

Diversos estudiosos de la delincuencia han encontrado relación entre los centros penitenciarios fuera de control y el aumento de la violencia en las ciudades.

Si en las cárceles no hay control, los líderes delincuenciales ordenan actividades ilícitas que repercuten en la ciudad en forma de delitos.

Además, las disputas entre los diversos grupos delictivos por el autogobierno derivan en venganzas y homicidios en el exterior.

Esta teoría podría explicar lo que estamos viviendo en Puebla capital, donde se han vuelto cotidianos los homicidios cometidos con extrema violencia y los narcomensajes.

Por cierto:

No todos los recién llegados a la Fiscalía General del Estado —principalmente del Estado de México— están muy contentos, pues algunos ya quieren abandonar el barco.

Entre los pasillos de la corporación se comenta que les prometieron muchas cosas que no les cumplieron. Mientras ven cómo algunos fiscales hacen todo tipo de negocios, a ellos no los están “salpicando”; eso sí, tienen que pagar la cuota.

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