Falleció luego de permanecer internado desde enero por dolencias cardiovasculares y renales, mismas que agravaron durante los últimos meses.
Fernando de la Rúa, expresidente de Argentina, murió este martes luego de permanecer internado desde enero por dolencias cardiovasculares y renales, problemas de salud que lo aquejaron desde que ocupaba la presidencia de ese país, de 1999 a 2001.
Tras angioplastias y otras intervenciones en años recientes, había quedado internado el primer día de 2019 por una infección respiratoria que agravó sus dolencias cardiovasculares previas.
El expresidente será recordado por haber seducido a los argentinos con un perfil de político honesto y de estadista para luego dejar al país sumido en la peor crisis económica de su historia en 2001.
“Lamento el fallecimiento del expresidente Fernando de la Rúa. Su trayectoria democrática merece el reconocimiento de todos los argentinos. Acompañamos a su familia en este momento”, anunció el presidente Mauricio Macri a través de su cuenta de Twitter.
Lamento el fallecimiento del ex presidente Fernando de la Rúa. Su trayectoria democrática merece el reconocimiento de todos los argentinos. Acompañamos a su familia en este momento.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) 9 de julio de 2019
La agencia estatal Télam reportó que la causa de su muerte obedeció a un agravamiento de sus dolencias coronarias y renales.
Los restos del exmandatario serán velados en el Congreso a partir de las cuatro de la tarde hora local (1900 GMT). En tanto, el gobierno decretó tres días de duelo nacional.
“Nuestras condolencias a familiares y amigos del expresidente Fernando De La Rúa”, manifestó por su parte la expresidenta y líder opositora Cristina Fernández.
La última imagen de De la Rúa como presidente lo mostró subiendo a un helicóptero en la azotea de la Casa de Gobierno mientras a pocos metros de allí, en la histórica Plaza de Mayo, una multitud enardecida lo insultaba el 20 de diciembre de 2001.
Fue el corolario de un gobierno que había asumido dos años antes con un enorme apoyo popular pero que fue incapaz de propiciar los consensos necesarios para llevar adelante las correcciones a un modelo económico heredado que sumió a la mitad de la población en la pobreza.
Como la mayoría de los dirigentes políticos argentinos, De la Rúa era abogado. Alternaba los estudios en su provincia natal de Córdoba con la militancia política en la juventud de la Unión Cívica Radical (UCR), una fuerza identificada con la socialdemocracia.
Con apenas 36 años, acompañó como candidato a vicepresidente a Ricardo Balbín en las elecciones presidenciales de 1973, que ganó el líder y fundador del peronismo Juan Domingo Perón con más del 60 por ciento de los votos.
Ya con peso propio dentro del partido, compitió y perdió contra Raúl Alfonsín en las primarias para las elecciones presidenciales en 1983, las primeras tras la dictadura militar instaurada en 1976. Alfonsín terminaría proclamado presidente.
Tras alternar cargos en ambas cámaras del Congreso, De la Rúa fue elegido en 1996 como el primer alcalde de Buenos Aires. La capital argentina había conseguido su autonomía dos años antes gracias a una reforma de la Constitución.
En 1997 fue uno de los fundadores de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación, una coalición de centroizquierda para disputarle el poder al peronismo, que venía gobernando el país desde 1989 con el neoliberal Carlos Menem.
El deterioro de la economía, sumado al hastío de la población por la corrupción que ensombrecía la gestión menemista, generaron un clima social propenso para un cambio de gobierno en el país sudamericano.
De la Rúa, ya lanzado como candidato presidencial, explotó su perfil de político recatado y poco carismático con un recordado spot de campaña (que arrancaba con la frase: “dicen que soy aburrido”) para confrontar con la llamada “fiesta menemista” del derroche.
La estrategia tuvo éxito y el radical ganó la presidencia en octubre 1999.
Pero la ilusión que había generado el político pronto se diluyó al verse obligado a implementar un fuerte ajuste con recorte de jubilaciones y salarios de empleados públicos, aumento de impuestos y otras medidas impopulares para reducir el déficit fiscal y cumplir con los pagos de deuda.
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