En el marco de las jornadas de comunicación el jerarca católico pidió a los periodistas mejorar su labor de informar
Para frenar el fenómeno de las “fake news” se necesita un periodismo «de paz», pero «no buenista», que sea «hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes». Un periodismo «hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos». El mensaje de Francisco para la 52ª Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales, que se celebrará el próximo 13 de mayo de 2018, titulado “La verdad os hará libres. Fake news y periodismo de paz”, este año está dedicado al fenómeno de las falsas noticias propagadas viralmente por la red y pretende «ofrecer una aportación al esfuerzo común para prevenir la difusión de las noticias falsas, y para redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad».
Francisco observa que “fake news” es un término «discutido y también objeto de debate». Una expresión que se refiere «a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Esta expresión se refiere, por tanto, a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas».
La eficacia de estas falsas noticias se debe a su «capacidad de aparecer como plausibles» y «capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración».
«Su difusión –observa Bergoglio– puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen».
La consecuencia dramática de la desinformación es «el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio».