Con apoyo estatal, municipal se construyeron nuevos edificios residenciales y se reconstruyeron los antiguos albergues en viviendas cómodas permanentes.
Un programa de reparto de viviendas sin condiciones ha conseguido que Finlandia se convierta en el único país en la Unión Europea donde está descendiendo el número de personas sin hogar.
Cuando hace más de una década se inició el programa ‘La vivienda primero’, «estaba claro para todos que el sistema viejo no funcionaba, necesitábamos un cambio radical», contó Juha Kaakinen, uno de los impulsores del proyecto, al diario The Guardian.
«Tuvimos que deshacernos de los albergues nocturnos y los hostales de corto plazo que teníamos en esa época. Tenían una larga historia en Finlandia, y todos podían ver que no sacaban a la gente de la indigencia», explicó.
Invirtiendo el modelo
Igual que en muchos países, el problema de los ‘sintecho‘ había sido abordado usando el llamado ‘modelo de escalera’: la persona debía pasar por diferentes escalones de vivienda provisional, mejorando progresivamente su vida, antes de recibir una vivienda independiente como recompensa final.
«Decidimos otorgar viviendas sin condiciones», resume Kaakinen. La persona sin techo no debía resolver su situación antes de recibir una casa, ya que «un domicilio debe ser un fundamento seguro para facilitarle la resolución de problemas».
Con apoyo estatal, municipal y de organizaciones no gubernamentales, se construyeron nuevos edificios residenciales y se reconstruyeron los antiguos albergues en viviendas cómodas permanentes.
«Ahora dormir en la calle es algo muy raro»
El objetivo de ‘La vivienda primero’ fue crear 2 mil 500 casas nuevas. Fueron creadas 3 mil 500 . Desde el lanzamiento del programa en el 2008, la cantidad de personas sin techo de largo plazo en Finlandia cayó más del 35 por ciento. La práctica de dormir a la intemperie ha sido erradicada en Helsinki, donde vive la mitad de las personas sin hogar del país y donde las temperaturas en invierno pueden llegar a bajar a -20 ºC.
Los servicios proporcionados a los participantes del programa incluyen ayuda en trámites burocráticos, en educación, entrenamiento laboral y empleo, así como en el aprendizaje de habilidades básicas, como la limpieza y la preparación de comida.
Tras un período de prueba de tres meses de duración, los inquilinos de las viviendas municipales firman contratos permanentes, según los cuales no pueden ser desahuciados a menos que violen las reglas, como la prohibición de tomar alcohol o drogas que existe en algunos de los edificios (en otros no).
Gastar y ahorrar a la vez
Finlandia ha gastado 250 millones de euros (280 millones de dólares) creando nuevas casas y empleando a trabajadores de apoyo. Pero los gastos ayudan a ahorrar: un informe reciente ha mostrado que se ahorran en la asistencia médica de emergencia, servicios sociales y el sistema judicial 15 mil euros (17 mil 000 dólares) al año por persona en viviendas apropiadamente organizadas.
Aunque el país todavía no ha resuelto completamente el problema —unas 5 mil 500 personas permanecen catalogadas como sin techo y más del 70 por ciento de ellas viven temporalmente con amigos o familiares—, el proyecto ‘La vivienda primero’ ha tenido éxito.
«No hay modelos perfectos, aún hay fracasos, pero estoy orgullosa de que nos atrevimos a probarlo», afirmó Vesikansa.
La alcaldesa adjunta de la capital, Sanna Vesikansa, contó que en su niñez «centenares dormían en parques y bosques a lo largo del país».
«Ahora dormir en la calle es algo muy raro», dijo.
Servicios
Pero el programa no se limita a repartir viviendas: «Los servicios son cruciales. Muchos de los sin techo tienen adicciones, problemas mentales y enfermedades que requieren de asistencia», explicó el alcalde de Helsinki, Jan Vapaavuori.