Es entonces cuando debemos acudir con un especialista en duelo que es un tanatólogo que tiene como objetivo, acompañar y facilitar el proceso.

Cuando hablamos de duelo, nos referimos a un proceso de adaptación emocional que surge a partir de una pérdida que puede ser total como la muerte de un ser querido, o parcial, como una ruptura amorosa.

Sea cual sea la causa, una pérdida significativa va a provocar un impacto muy doloroso, que bien podemos entender como un fuerte golpe, que nos aturde, nos hace caer e incluso perder el rumbo de nuestra vida.

Pero al igual que de un golpe, nos recuperamos y podemos seguir nuestro camino en algún momento, pero ¿Qué sucede cuando el dolor no cesa? ¿Por qué hay duelos que a pesar de haber ocurrido hace mucho tiempo, siguen causando un profundo dolor? ¿Por qué parece que fue ayer que ocurrió la pérdida?

Si bien es cierto que el duelo supone un proceso de por sí doloroso y que no tiene un tiempo límite para recuperarse, existen señales que nos avisan que algo no está bien.

A menudo suponemos que se trata de un proceso que se lleva a cabo de manera natural con el paso del tiempo, pero existen circunstancias que pueden provocar que los duelos se compliquen y que con las semanas o los meses, empeoren.

Es entonces cuando debemos acudir con un especialista en duelo que es un tanatólogo que tiene como objetivo, acompañar y facilitar el proceso, sin apresurarlo pero reconociendo las señales de riesgo que pueda existir en cada caso y que pueden ir desde el desarrollo de una depresión profunda, hasta un intento de suicidio.

Por tanto, debemos estar atentos a que nosotros o alguien cercano pueda desarrollar un duelo complicado, que se caracteriza por no mejorar en el tiempo y por entorpecer el funcionamiento cotidiano de una persona, pues sus pensamientos y energía se concentran únicamente en la pérdida.

Un caso de duelo complicado puede darse por las circunstancias de la pérdida, como lo puede ser un asesinato o un secuestro, donde no se logra recuperar el cuerpo y se mantiene la esperanza de que la pérdida no sea real.

También un factor de duelo complicado, puede ser el estigma de la misma sociedad antes pérdidas como el fallecimiento de un ser querido por suicidio como lo comentamos en la columna anterior o por causas como las adicciones, enfermedades como VIH o la práctica de deportes extremos, donde las personas se sienten con la libertad de juzgar al fallecido con frases como «se lo buscó» «si no hubiera fumado/bebido tanto…» y coloca a la familia en la penosa necesidad de «justificar» la muerte de su ser querido, además de lidiar con su dolor.

Existen otras pérdidas que no son reconocidas como la pérdida de un embarazo, que suele ni siquiera considerarse como tal, pues frecuentemente no existe ni siquiera un cuerpo para llevar a cabo los rituales necesarios y se asume que puede ser sustituido por otro embarazo, pero debemos estar conscientes de que también se perdieron sueños, ilusiones, planes y eso duele y requiere de sanar.

Lo mismo sucede con las pérdidas «dichosas», como el matrimonio, la maternidad, la graduación o la migración, que pese a ser cambios vinculados al desarrollo o al bienestar, no dejan de ser impactos que pueden provocar un duelo por lo perdido, pues requieren de adaptación.

Otro de los factores de riesgo para desarrollar un duelo complicado, puede ser la culpa, por sentir que no se hizo / dijo / intentó lo suficiente para salvar la vida del ser querido o la relación que terminó.

En la mayoría de los casos suele tratarse de una etapa inicial y es parte del enojo que sentimos por la pérdida, pero si no mejora, la culpa puede distorsionar nuestros pensamientos e incluso contarnos una historia que no es real y que fortalece cada día, ese sentimiento de enojo hacia nosotros mismos.

El duelo entonces, es un proceso de adaptación que genera dolor pero también crecimiento pues nos confronta profundamente con nosotros mismos, pero debe ir mejorando con el paso del tiempo, el dolor debe ir aminorando hasta el punto, donde el golpe sea tan sólo una cicatriz que nos recuerda lo que sucedió pero ya no duele.

Si has atravesado por un duelo que te sigue causando un dolor desgarrador y no logras mejorar, es recomendable acudir con un especialista que te ayudará a avanzar en tu proceso y llegar a la cicatrización, para que retomes el rumbo de tu vida y tomando el poder transformador del dolor, seas más empático y no te quedes enojado permanentemente por lo sucedido.

Espero que les haya sido de utilidad la información sobre éste tema y si quieren que se trate alguno en particular, no duden en dejar sus comentaros.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente, desde el diván.

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