Este mes recordamos al astrónomo italiano Giordano Bruno, quien dio su vida por la ciencia. En febrero, podremos observar la espectacular conjunción de la Luna y Júpiter, dos de los objetos más brillantes del cielo nocturno. También tendremos la oportunidad de presenciar una lluvia de meteoritos proveniente de la constelación del Centauro, aunque no tan abundante, es recomendable por su excelente ubicación. Uno de los objetos más fascinantes visibles a simple vista es el cúmulo estelar M44, aunque se recomienda observarlo con binoculares o telescopios modestos. Como desafío del mes, les proponemos encontrar los grupos de galaxias M81 y M82 en la constelación de la Osa Mayor. Además, repasamos las fases lunares para este mes
Un mártir del saber
Filippo Bruno o Giordano Bruno nació cerca de Nápoles, Italia en 1548, desde temprana edad mostró gran interés en el conocimiento teológico y en las ciencias. Pronto destacaría en ambos temas, haciéndose un hombre de gran sabiduría en la física y astronomía, y de vida errante, debido a sus convicciones sobre la religión. Giordano Bruno era un estupendo profesor, conferencista y divulgador de sus ideas científicas sobre la diversidad de mundos, en sistemas solares similares al nuestro, basados en el modelo heliocentrista, rebasando las teorías de Nicolas Copérnico, las teorías de los movimientos que gobiernan a los astros y lo infinito del espacio, y del universo mismo.
Desafortunadamente su destino final no fue como el de Galileo, obligado a abjurar sobre la teoría heliocéntrica ante un tribunal de la Santa Inquisición y que según algunos historiadores lo llevó a pronunciar la famosa frase “y sin embargo se mueve”, para Giordano Bruno el final fue trágico, al no retractarse de sus pensamientos, sobre todo religiosos, fue ejecutado el 17 de febrero del año 1600.
Conjunción de objetos brillantes
Hay diversos sistemas coordenados para ubicar a los objetos celestes; uno de ellos es el sistema ecuatorial, que utiliza dos coordenadas: Ascensión Recta (AR) y Declinación (DEC). Así, decimos que una conjunción celeste se da cuando dos, o más objetos, comparten una de sus coordenadas, la Ascensión Recta. El 6 de febrero a las 21:36 horas, tiempo del centro de México, estarán en conjunción la Luna, nuestro satélite natural y el planeta Júpiter, (Jove para los romanos y Zeus para los griegos). Además de compartir su AR, la Luna se encontrará a 5° 29´ minutos de arco al norte de Júpiter, en dirección de la constelación de Tauro.
La constelación “el hombre bisonte»
Para los antiguos babilónicos la constelación del Centauro representaba a un hombre con cuerpo de bisonte y se le asociaba con Shamash, dios del Sol. Mientras que, para los griegos y romanos, la constelación del Centauro se asociaba a un tipo de criatura mitad hombre y mitad caballo, representando al centauro Quirón, quien por su sabiduría se encargaba de la formación de grandes héroes, en artes, medicina y caza.
La constelación del Centauro abarca una región sureña de la esfera celeste, que puede ser vista por observadores desde la latitud de +25º, con un sinfín de objetos celestes interesantes como Ω Centauro, uno de los cúmulos globulares más grandes de nuestra galaxia; Centauro A, una galaxia de las más famosas; estrellas muy brillantes, como Alfa Centauri (-0.27) y Beta Centauri (+0.6), entre muchos otros.
Además, tiene asociada una lluvia de meteoros, denominada α-Centáuridas, cuya actividad va del 28 de enero al 21 de febrero, teniendo su máximo el 8 de febrero, con al menos 6 meteoros por hora. El radiante se encuentra en dirección de la constelación del Centauro. El objeto responsable de la lluvia no ha sido completamente identificado, pero lo que sí se sabe es que el mejor momento para observarlas será al amanecer del día 8, hacia la parte sur de la esfera celeste.
Lo único que requiere para disfrutar de esta lluvia de meteoros es paciencia, un buen lugar oscuro, una bebida caliente y estar bien abrigados, no se requiere de ningún instrumento óptico.
Un millar de estrellas en el corazón de Cáncer
El cúmulo estelar abierto M44, también conocido como el Pesebre, Praesepe, Messier 44, NGC 2632 o Cr 189, se ubica en dirección de la constelación de Cáncer, a unos 477 años luz de la Tierra, contiene un numero superior a las mil estrellas, con edades que oscilan entre los 500 y 600 millones de años, y que es fácil de identificar por su magnitud de 3.1, lo que lo convierte en un objeto de campo profundo brillante y fácil de observar. Como dato curioso, los primeros exoplanetas alrededor de estrellas similares al Sol fueron descubiertos en este cúmulo que parece un enjambre de colmenas y que era considerado por griegos y los romanos como un pesebre, donde se alimentaban y descansaban los burros que montaron los dioses Dionisos y Sileno en sus batallas contra los Titanes.
El cúmulo M44 estará bien ubicado para su observación la mayor parte de la noche, hacia la parte este de la esfera celeste, a simple vista con cielos oscuros o con binoculares o telescopios pequeños; obviamente, con telescopios mayores, se tendrán mayores detalles.
El grupo M81, un supercúmulo de galaxias en Virgo
La galaxia de Bode, Nebulosa Bode, la Gran Espiral, M81 o NGC 3031, es el primero de los cuatro objetos originalmente descubiertos en 1774 por el astrónomo alemán Johann Elert Bode, a quien debe su nombre. Fue catalogada por Charles Messier en 1781. La galaxia de Bode es uno de los mejores ejemplos que existen del diseño espiral en una galaxia, ya que está dotada de unos brazos casi perfectos dispuestos en espiral hacia su centro, con al menos 250 mil millones de estrellas, que se localiza a unos 12 millones de años luz de la Tierra, en dirección de la constelación de la Osa Mayor, hacia la parte nor-noreste de la esfera celeste.
La galaxia de Bode posee una galaxia satélite, la galaxia del Cigarro o M82, ambas son los miembros sobresalientes del grupo. M81 y M82 están muy próximas entre sí, a una distancia de aproximadamente 150,000 años luz. Con magnitudes 6.9 y 8.4, respectivamente. Se requiere de binoculares o un pequeño telescopio para visualizar este par de galaxias que caen dentro del mismo campo de visión para la mayoría de los telescopios.
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