Óscar Andrés Cuanalo Campos, profesor-investigador de la Facultad de Ingeniería Civil de la UPAEP, presentó un análisis exhaustivo sobre el proyecto Desarrollo Sostenible en las Regiones Montañosas de Puebla. Este ambicioso proyecto busca abordar los retos específicos de sostenibilidad en las zonas montañosas del estado, con un enfoque integral que combina aspectos sociales, económicos y ambientales y en el cual participan estudiantes de esta facultad.

Cuanalo Campos inició su intervención revisando la evolución histórica del concepto de desarrollo sostenible, enfatizando la importancia de equilibrar el crecimiento económico, la equidad social y la protección del medio ambiente. «Desde el informe Brundtland en 1987, quedó claro que el desarrollo debe satisfacer las necesidades presentes sin comprometer los recursos de las futuras generaciones», señaló.

Las regiones montañosas han sido reconocidas como ecosistemas vulnerables de importancia mundial en múltiples foros internacionales, desde la Cumbre de Río de 1992 hasta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada en 2015. Este marco global sirve de base para los esfuerzos locales en Puebla, explicó el investigador.

El académico de la UPAEP señaló que las regiones montañosas de Puebla, que abarcan la Sierra Norte, la Sierra Oriental y la Sierra Negra, son hogar de aproximadamente 2.39 millones de personas, lo que representa el 38% de la población estatal. Estas áreas son particularmente complejas debido a su diversidad climática, ecosistemas frágiles y desafíos socioeconómicos.

La Sierra Negra, al suroriente de Tehuacán, es una de las zonas más pobres de Puebla, con el 92% de sus habitantes viviendo en condiciones de pobreza extrema. Esto impacta negativamente en la calidad de vida de sus habitantes, desde la alimentación hasta la vivienda y la salud», destacó Oscar Andrés Cuanalo.

La región enfrenta también riesgos naturales significativos, como deslizamientos de tierra y derrumbes, que han ocasionado tragedias recientes, como el bloqueo de la autopista Orizaba-Puebla en 2024 debido a lluvias torrenciales.

Dijo que el proyecto  de la UPAEP plantea un enfoque integral para lograr el desarrollo sostenible en estas regiones. Según Cuanalo Campos, el proceso incluye cinco pasos fundamentales:

Participación social: Involucrar a todos los actores clave, desde los tres niveles de gobierno hasta las universidades, centros de investigación y comunidades locales.

Inversión económica: Canalizar recursos gubernamentales y privados, así como buscar donaciones nacionales e internacionales.

Estudios de ingeniería: Realizar análisis geológicos, geotécnicos y geofísicos para caracterizar el subsuelo y determinar las condiciones del terreno.

Zonificación geotécnica: Utilizar los datos recopilados para delimitar zonas con distintos niveles de riesgo y potencial de desarrollo.

Implementación de códigos de construcción adaptados: Establecer normativas específicas para construcciones en terrenos montañosos, tomando en cuenta los estudios técnicos previos.

Subrayó que este proyecto no solo busca mejorar la calidad de vida de las comunidades en las regiones montañosas, sino también mitigar riesgos naturales, preservar los ecosistemas y fomentar un crecimiento económico sostenible. «El desarrollo sostenible en estas zonas es un desafío multidimensional, pero con la colaboración de todos los sectores y una adecuada planeación, podemos sentar las bases para un futuro más equitativo y resiliente», afirmó el investigador de la UPAEP.

Con estas acciones, la UPAEP reafirma su compromiso con el desarrollo integral del estado de Puebla y la promoción de soluciones innovadoras y sostenibles para los retos sociales y ambientales de nuestra época, con la intervención de estudiantes y profesores de la institución.

La sostenibilidad, la inclusión y la sensibilidad hacia las necesidades de las comunidades vulnerables deben estar en el corazón de cualquier proyecto que emprendamos. Finalmente, los invito a que trabajen con pasión, compromiso y ética, porque el trabajo que realizamos no solo afecta estructuras físicas, sino que también toca las vidas de las personas.

Enfatizó, “Mi misión como profesor-investigador es sembrar en los estudiantes la semilla de ese compromiso y asegurar que las futuras generaciones de ingenieros tengan no solo la habilidad técnica, sino también la visión humanitaria para transformar nuestro entorno”.

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