Exploramos un género literario nacido en la era digital que permite nuevas y fascinantes relaciones entre el autor, su obra y el lector.

Allí donde hay escritura siempre florece, tarde o temprano, la inextinguible pasión humana por contar historias.

Por eso las redes sociales, llenas de palabras escritas, han ofrecido un nuevo hogar para la literatura, que siempre ha sabido adaptarse a su tiempo y a su entorno para seguir existiendo.

Twitter, una de las redes sociales más activas del momento, es un hogar inmenso y desordenado en el que cabe lo frívolo y lo profundo, la anécdota y la filosofía, la poesía y el linchamiento, el rumor y la información, lo político y lo personal… y cómo no, la literatura, la narración.

Es en esta jungla virtual de palabras diversas y publicaciones inmediatas donde ha nacido un fenómeno peculiar: la ‘tuiteratura’.

Los estrechos márgenes que impone Twitter a sus mensajes, con solo 280 caracteres por tuit, no sólo no han lastrado la creación literaria en el seno de la red social, sino que han devenido en una una especie de desafío que parece haber estimulado la creatividad.

Además, este entorno digital concreto, con su inmediatez, sus avanzadas prestaciones de interconexión e interacción y todas las posibilidades técnicas que permiten enriquecer las narraciones con imágenes, vídeos y enlaces a otras múltiples aplicaciones, ubica a la ‘tuiteratura’ en una nueva dimensión de posibilidades que trascienden ampliamente los límites formales de literatura tradicional.

Nuevos medios, nuevas experiencias

Buen ejemplo de todo ello son los hilos, cada vez más abundantes, con los que varios autores en lengua española han amenizado el panorama narrativo tuitero en los últimos años.

Una de las referencias fundamentales, sin duda, es el hilo en el que el escritor Manuel Bartual contó, en aparente tiempo real durante seis días consecutivos, los misteriosos sucesos que le iban ocurriendo mientras estaba de vacaciones en una tranquila localidad costera en el verano de 2017.

 La narración ha obtenido hasta el momento nada menos 111.000 ‘likes’, ha sido retuiteada por más de 58.000 usuarios, y los seguidores de su autor pasaron de los 16.000 que tenía antes de esta publicación a los más de 294.000 que tiene ahora.

El hashtag #Manuel llegó a ser primer ‘trending topic’ mundial, y aunque no fue ni mucho menos el primer hilo narrativo de la red social, fue sin duda el que más contribuyó a la toma de consciencia colectiva de que Twitter también puede servir para esto, y que funciona como un novedoso vehículo con muy valiosas características para hacer llegar historias a la gente.

El propio Bartual recuerda cómo creó su historia y cuenta que durante esos días: «Se generó una enorme comunidad de lectores mientras la estaba publicando, llegando a darse incluso el fenómeno de gente que, tras activar las notificaciones de mi perfil de Twitter para no perderse ninguna actualización, reconocía a otros seguidores de la historia al sonar su teléfono al mismo tiempo que el de otras personas en bares, restaurantes o viajando en metro», relata.

 «Es algo que por razones obvias no pude experimentar ni ver con mis propios ojos –continúa explicando el autor–, pero que me ha comentado mucha gente a la que le pasó durante aquellos días de finales de verano». Bartual pone así el acento en otro de los elementos distintivos de la ‘tuiteratura’: el tipo de experiencias que es capaz de proporcionar al lector, netamente distintas de las que ofrece la literatura tradicional, y muy condicionadas –y en cierto modo enriquecidas– por su naturaleza digital.

De hecho, este autor no ve estas narraciones en hilo «como un nuevo género literario, sino como otra forma de contar historias».

La filóloga Concepción Torres Begines, profesora de la Universidad de Sevilla y destacada investigadora en el área de Literatura, Transtextualidad y Nuevas Tecnologías, señala que el propio funcionamiento de Twitter «hace que sea interesante para los lectores actuales, que buscan elementos que llamen su atención y que sean breves», y que «registran la información de una manera completamente diferente».

Para ella, las redes sociales son también «una manera de atraerlos hacia el mundo de la literatura». Esta docente destaca también el hecho de que «hasta ahora hemos planteado la lectura como un proceso de recepción del texto a lo largo del tiempo, de manera diacrónica, y ahora estamos en un momento en el que se lee de manera sincrónica».

‘Posficción’ y entretenimiento Otra de las características más fascinantes de la ‘tuiteratura’ es lo fácil que resulta borrar a voluntad los límites entre ficción y realidad, o difuminarlos… o posponerlos en el tiempo.

Cuando uno compra el último libro de su autor favorito, sabe antes de comenzar a leerlo, en términos generales y razonablemente bien definidos, si lo que va a leer es realidad o ficción, o en que proporción aproximada se combinan estas dos esferas.

Sin embargo, cuando un usuario simplemente escribe en un tuit «ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa» e informa de que «iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras», los lectores no saben a ciencia cierta si lo que está empezando a contar ese tuitero está sucediendo realmente o no.

Y eso «al lector le genera una conexión diferente de la que puede sentir con otro tipo de ficciones», como señala el propio Manuel Bartual.

El escritor español admite que ni siquiera utiliza siempre la palabra ‘tuiteratura’ para referirse a esta forma de contar historias.

«Me gusta esa palabra pero creo que no es la mejor para definir a este tipo de narrativa, ya que remite demasiado a la literatura», reconoce Bartual, que destaca que en muchas de las narraciones en Twitter

 «A mí me gusta más hablar de posficción», asegura, y explica que «vivimos en la era de la posverdad, que distorsiona deliberadamente la realidad apelando a las emociones, y esto es algo similar a lo que propone la posficción utilizando herramientas muy similares, desdibujando los límites entre realidad y ficción».

«La diferencia entre una y otra –aclara Bartual– es que el objetivo de la posverdad es manipular a la opinión pública para lograr un beneficio político, mientras que el objetivo de la posficción es puramente lúdico: lo que busca es entretener».

Una nueva relación entre autor y lector Bartual destaca otra interesante característica de esta forma de contar historias, señalando que «a diferencia del cine o la literatura, donde la posición del autor y la del público está más definida y diferenciada, cuando utilizas Twitter para contar una historia lo estás haciendo al mismo nivel, desde una posición muy similar a la del que la sigue, desde un perfil idéntico al de todos esos lectores».

«Esto genera una sensación de cercanía muy interesante entre el lector y este tipo de historias», asegura Bartual, reconociendo que «si juegas bien tus cartas, es algo que como creador te acaba resultando muy interesante y estimulante».

«Me parece maravilloso que la literatura siga tan viva y que se adapte a las necesidades de los nuevos lectores», señala esta filóloga, que también destaca «la influencia que el lector tiene actualmente sobre el autor, con el que está en constante comunicación y que tiene un papel especialmente relevante en la creación que se hace en estos medios».

«Hay algo que te ofrece Twitter que no te permite ningún otro medio, y es la interacción –indica por su parte Manuel Bartual–. Puedes escribir historias que se desarrollen en directo, que cuentes tal y como en teoría están sucediendo, de forma que puedas plantear cierta intervención por parte de los lectores».

 A modo de conclusión, esta estudiosa de la literatura y sus soportes contemporáneos advierte que «no se puede ignorar el cambio cultural que estamos viviendo».

Lo cual también quiere decir que, si bien no sabemos cuál va a ser el futuro de la creación literaria ni de sus impredecibles formas, sí sabemos al menos que la ‘tuiteratura’ y las redes sociales ya forman parte del presente de la literatura, y que podrían dejar su huella de cara al futuro.

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