Reabierto a finales del año 2018, el espacio ubicado en la 3 Norte número 1210 fue parte de un proceso de rehabilitación realizado por la anterior administración estatal encabezada por José Antonio Gali Fayad.

El ex Convento de Santa Rosa de Lima, antes conocido como Centro Cultural, reabrió como Museo de Arte Popular.

En su reapertura contiene una amalgama de información culinaria y del patrimonio cultural del estado, y en menor medida aspectos de la vida monacal de un espacio construido hace unos 400 años como beaterio de dominicas.

Reabierto a finales del año 2018, el espacio ubicado en la 3 Norte número 1210 fue parte de un proceso de rehabilitación realizado por la anterior administración estatal encabezada por José Antonio Gali Fayad.

Dicha reapertura sucedió ocho años después de que el inmueble cerrara sus puertas en 2010, pues presentaba importantes daños en su estructura: deformaciones en los arcos que rodean el patio principal, hoyos en los pisos –sobre todo en la segunda planta–, humedades diversas, y daños en la serie de murales que datan del siglo XVII que adornan los techos y las paredes en sus partes más alta.

Ahora, el ex Convento Santa Rosa Museo de Arte Popular presenta pisos de piedra volcánica en andadores, un techo de cristal templado en el Patio de Novicias, una carpeta de concreto, guarniciones en el estacionamiento, y nuevas instalaciones hidráulicas, sanitarias, eléctricas y especiales de voz y datos.

Dichos trabajos incluyeron la restitución de aplanados en mal estado, inyección de fisuras, aplicación de pintura a la cal y colocación de piso de barro.

En la reinauguración del espacio, el ex gobernador José Antonio Gali dijo que estos trabajos tuvieron una inversión de 42.7 millones de pesos para la “adecuación y conservación” del inmueble del siglo XVII. Agregó que el edificio también alberga la Casa del Artesano.

En ella, productores de barro, palma, cerámica, dulces y platillos típicos, entre otros, trabajarán para producir sus piezas y compartir sus saberes a los visitantes, tarea aún pendiente como se constató durante una visita al inmueble hecha por esta reportera.

De la cocina a la cultura popular, la tradición y poco de la vida conventual

Durante una visita realizada por el museo abierto el 20 de septiembre de 1926, pudo verse el nuevo contenido museográfico de este espacio que, adscrito al organismo público descentralizado Museos Puebla, cuenta con un costo de entrada y solamente mantiene la gratuidad para los días martes.

Su recorrido inicia por la cocina barroca –ataviada con miles de piezas de talavera– en la cual, según la tradición, Sor Andrea de la Asunción creó el mole poblano.

Destaca que dicho espacio, durante los últimos ocho años, sí había permanecido abierto a la visita pública.

Ahí, en unas cédulas, se exhibe la descripción que hizo el presbítero Cristóbal Escalona y Matamoros, en 1847, en donde dice que “la nueva cocina es muy clara y desahogada, tiene dos fogones uno alto y otro bajo, una tarima para las cocineras; tiene dos ventanas, una inmediata a la otra, por las que sirven la comida, ya que una cae al refectorio o comedor de las monjas sanas, que todo el año comen de vigilia; y la otra al comedor de las monjas enfermas, que suelen comer carne”.

El recorrido continúa en los espacios que habían permanecido cerrados, en este caso de la primera planta. Ahí, el discurso curatorial se torna hacia el patrimonio culinario del país, con un “mapa de los 31 alimentos que México dio al mundo”, en el que aparecen productos como el amaranto, la jícama, el nanche, los nopales, los escamoles o el cacao.

Dichos datos convives con la información sobre la Sala de profundis que “era donde se reunían las religiosas –a orear (sic), para después pasar a comer al refectorio”.

De ahí, el visitante podrá observar las exposiciones temporales, en este caso la titulada Puebla y su patrimonio biocultural, en la que se refiere a las tradiciones, actividades, espacios y demás aspectos concernientes a la riqueza cultural del estado.

Otros espacios, ya en la parte superior, son aquellos dedicados al arte popular y a la “magia artesanal” de Puebla.

Asimismo, hay una sala que hace referencia a las “siete” regiones del estado, la otomí, popoloca, totonaca, tepehua, nahua, mixteca y mazateca, en la que se incluyen tabletas y pantallas con información sobre cada una de ellas.

Un espacio particular es la sala de la china poblana en la que se exhiben piezas de colección particular –sin dar información sobre el propietario, donde se incluye una muñeca antigua ataviada con la indumentaria tradicional.

Otras salas más son las dedicada a la talavera, al carnaval de Huejotzingo, a las fiestas populares en las que se incluyen referencias a las danzas de los negritos, del Totonacapan, de los voladores de Cuetzalan, de los Quetzales y los Tecuanes.

Asimismo, hay elementos que conciernen al día de muertos, a la cerámica funeraria, la cartonería y los diablitos, a la alfarería, el barro policromado, el papel amate, el ónix, las “artes de la madera”, la cerería, la piedra, la metalistería, el papel picado y las fibras vegetales.

De entre todos los espacios referentes a la cultura popular y al patrimonio del estado, destacan el Locutorio, la celda de la madre priora, en el que se muestra cómo vivía la encargada del convento y el alto coro.

Un espacio particular a la visita, es la Capilla que está en el segundo nivel del recinto, pues anteriormente ya se habían descubierto alegorías particulares del siglo XVI, además de que la portada de la pequeña ermita es un ejemplo del barroco poblano que iba recubierta con laminillas de oro, pero que los habitantes del lugar quitaron para venderlas.

Otro más es la pintura al fresco –sin fecha y sin firma–, que ocupa la entrada principal del edificio, en la que se narra el momento de la fundación del convento por obra de fray Bernardo de Andía.

Dicho mural fue cubierto con chapopote por los vecinos que habitaron el inmueble, pues luego de que éste fuera convento y hospital de dementes de San Roque –durante el siglo XIX–, fue una vecindad ocupada por unas mil 500 personas.

Otros programas de intervención Destaca que en 2010 (La Jornada de Oriente, 16 de abril de ese año) se informó que el entonces Centro Cultural San Rosa contaría con un presupuesto de 26 millones de pesos para su rehabilitación.

En aquella ocasión, el secretario de Cultura Alejandro Montiel Bonilla dijo que se trataría de un “rescate integral”.

Meses después, a la entrada de la nueva administración encabezada por el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y con la creación del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, la encargada de Museos Fernanda Matos, señaló que para enero de 2012 el espacio sería nuevamente intervenido con recursos por 9 millones de pesos (La Jornada de Oriente, 19 de diciembre de 2011).

Esa vez, la funcionaria expuso que se iniciaría un proceso de reestructuración museográfica, un aspecto que no había sido cambiado desde 1973, año en que fue constituido como museo.

En aquella ocasión mencionó que además se atenderían “aspectos hidroeléctricos y de consolidación de muros, humedades, atención de las grietas halladas en la cúpula y reparación de daños en el sistema eléctrico”.

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