Por: Rocío García Olmedo
Hace 75 años la ONU adopta la Declaración Universal de los Derechos Humanos y declara al 10 de diciembre como el Día Mundial de los Derechos Humanos. Treinta artículos en cuyo centro está la dignidad humana conforman esta Declaración.
Hace algunos años en una mesa de café, comentando sobre la última publicación de la autoría del Lic. Guillermo Pacheco Pulido que abordaba los derechos humanos; a la pregunta de ¿cuáles son los derechos humanos? La respuesta fue: Son todos, los derechos humanos son inherentes al ser humano, sus principios están por encima de ideologías y están profundamente arraigados a los valores comunes.
De ahí que recién recordada esta fecha, importante visibilizar la constante violación a derechos humanos en México. La lista actualmente es larga, sin embargo me referiré sólo a uno de los derechos humanos fundamentales: el derecho a la educación, visible por las evaluaciones que en esta materia en fecha reciente conocimos.
En 2019 una reforma educativa impulsada por el presidente López Obrador le fue aprobada, un nuevo modelo educativo que establecía una formación integral con sentido humano para niñas, niños y adolescentes vía una Nueva Escuela Mexicana fue instituida.
A cuatro años de distancia en los resultados de la evaluación que aplica cada tres años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) llamada PISA, que permite medir el rendimiento académico, conocimiento y habilidades de alumnos en: Lectura, Matemáticas y Ciencias; no nos fue bien, otras pruebas nacionales recientes ya lo reflejaban PLANEA, 2022 y Evaluación Diagnóstica 2022-2023 de MEJOREDU.
¿Cómo enfrentar las desigualdades y las brechas que origina, si no podemos empezar por reconocer el retroceso que vive el país en materia educativa?
La vacilada en voz del presidente fue escucharle decir a manera de justificación que esa prueba -PISA- es neoliberal ¿y las otras pruebas mencionadas? seguro ni siquiera sabe que se aplicaron.
Que si fue producto de la pandemia del COVID que enfrentamos, todos los países en el mundo enfrentamos esta pandemia. Que tuvieron que cerrarse las escuelas en México por 70 semanas, muchos otros países de Latinoamérica también lo hicieron.
La realidad es que algo no se está haciendo bien materia educativa y hay que reconocerlo. Las evaluaciones sirven justamente para focalizar donde están los retrocesos, detectar necesidades presupuestales y definir prioridades.
Permanecer en la mediocridad derivado de un menor nivel educativo es la amenaza actual para nuestros niños, niñas y adolescentes ¿Por qué no se han otorgado mayores recursos públicos para diseñar una política pública emergente que pudo desarrollarse desde el regreso a clases presenciales, para detectar el retorno, para detectar el nivel educativo con el que regresaban a la escuela y el estado de las escuelas mismas?
Si durante todo el tiempo en que estuvieron cerradas las escuelas se perdieron los hábitos de convivencia, de hacer amigos, de adquirir conocimiento y valores éticos ¿Por qué no se previó esto mediante la atención de conductas y el seguimiento educativo después de la pandemia? Y sin atender tampoco la salud mental de niñas, niños y adolescentes y de las personas docentes.
Diferencias, desigualdades rezagos en materia educativa están a la vista. Muchos factores juegan, no sólo pueden reducirlo a la pandemia. Conocimiento y habilidades esenciales para participar de forma plena en la sociedad es a lo que debemos aspirar en materia educativa.
La educación es un derecho humano, garantizar el acceso a una educación de calidad, invertir recursos, formular e implementar políticas públicas, es una responsabilidad y obligación del Estado, así como que las madres, padres y tutores deben responsabilizarse también en la formación de los hijos e hijas.
Sólo así México podrá garantizar el derecho humano a la educación a 75 años de haberse adoptado la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos.
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Foto: Especial