Corría el año 1968 cuando Julian Stanley, un profesor en psicometría se tropezó con un niño genio de 12 años.



El chico estaba realizando un curso de ciencias computarizadas en la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. Se llamaba Joseph Bates y era brillante, pero estaba aburrido. Iba mucho más adelantado que el resto de su grupo. Inspirado por el pequeño, Stanley decidió iniciar un estudio que se prolongaría por 45 años y que documentaría el desarrollo de niños con habilidades especiales.

La investigación incluyó a Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, y a la cantante estadounidense Lady Gaga. ¿Y qué pasó con Bates? Le fue bastante bien.

Realizó un doctorado, fue profesor universitario y se convirtió en un pionero en el campo de inteligencia artificial. El sorprendente caso de Ophelia Morgan-Dew, la niña de 3 años con un coeficiente intelectual de 171 Stanley, por su parte, se dedicó al programa Estudio Matemático de Jóvenes Precoces (SMPY, por sus siglas en inglés) en el Centro para Jóvenes Talentosos de la Universidad Johns Hopkins, en la ciudad estadounidense de Baltimore, EE.UU. En la investigación participaron más de 5.000 niños con un elevado coeficiente intelectual.

Y fue gracias a este estudio que Stanley realizó hallazgos sorprendentes. Uno de ellos es contrario a una creencia popular de que la práctica hace al maestro; es decir, que cualquiera puede convertirse en un experto siempre y cuando se esfuerce y se concentre en su objetivo.

Porque, según el SMPY, la habilidad cognitiva temprana, referida a la forma en la que se solucionan los problemas y a la toma de decisiones adecuadas, tiene mayor efecto en los logros que la práctica, o incluso el estatus socioeconómico.

Y por eso es importante estimular las habilidades de los niños superdotados desde que son pequeños. Qué tipo de preguntas te hacen para aceptarte en Mensa, la sociedad de Coeficiente Intelectual más grande y antigua del mundo.

Según expertos en educación, no es recomendable forzarlos a convertirse en genios porque eso puede generar una serie de problemas sociales y emocionales. Pero si se quiere incentivar al chico, y hacerlo feliz, se pueden tomar ciertas medidas, que te resumimos a continuación.

1. Exponerlo a actividades diversas

Los niños que son muy inteligentes necesitan la novedad para mantenerse motivados. Así que incrementar las experiencias de vida los ayudará a desarrollar la confianza que necesitan para enfrentarse al mundo. Los psicólogos afirman que la comodidad viene dada por la rutina y lo conocido, pero para intentar algo nuevo, se necesita coraje.

2. Estimular sus talentos e intereses.

Se trate de un deporte nuevo, un instrumento musical o clases de actuación, dejar que los niños exploren sus talentos desde su infancia es importante para que desarrollen habilidades como la resiliencia. Pero no se les debe forzar a ser algo que no son.

3. Apoyar sus necesidades intelectuales y emocionales.

La curiosidad es la esencia del conocimiento. Los niños pueden hacer infinidad de preguntas antes de comenzar la escuela, y aunque pueda resultar un poco desesperante, es muy importante que lo hagan para su desarrollo. Mientras más pregunten «por qué» y «cómo», mejor les irá en la escuela.

4. Alabar el esfuerzo, no la habilidad.

Es importante ayudar a los niños a tener una actitud de mejoría y desarrollo celebrando el aprendizaje, no el resultado. Los niños aprenden a reaccionar a los estímulos a través de sus padres. Así que, se trate de aprender un nuevo idioma o montar bicicleta, la voluntad de aprender es un rasgo positivo que debe promoverse.

5. No temerle al fracaso.

Los errores deben asumirse como los pasos necesarios para el aprendizaje. Lo que dejan esas equivocaciones debe tratarse como una oportunidad para crecer porque los ayudará a entender cómo lidiar con el problema de una mejor manera la próxima vez que se les presente.

6. Evitar las etiquetas.

Catalogar a los niños solo logrará alejarlos de sus pares. Además de ponerlos en riesgo de que se conviertan en víctimas de bullying, también puede hacerlos sentir la presión de decepcionar a los demás.

7. Coordinar estrategias con los maestros.
Los estudiantes más inteligentes suelen necesitar material que los rete intelectualmente, apoyo adicional y libertad para aprender a su propio ritmo. Por esa razón, planificar sus actividades considerando las particularidades del sistema educativo para satisfacer los requerimientos del niño es muy importante.

8. Evaluar las habilidades del niño.
Esta información ayuda al padre a presentar el caso si el pequeño necesita actividades similares a las que suelen realizar chicos de mayor edad.

Adicionalmente, permite identificar condiciones como dislexia, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad o problemas sociales y emocionales.

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