En la actualidad, la mayoría de la gente parece haber olvidado las medidas del Covid-19, cuando tiendas, restaurantes, cines y teatros permanecieron cerrados, y las reuniones con amigos y familiares estaban prohibidas. Sin embargo, es probable que las diversas medidas del coronavirus adoptadas por los políticos hayan causado un enorme estrés a muchos.
El miedo por el trabajo, la preocupación por los familiares enfermos, la tensión cuando padres e hijos se sientan juntos en un pequeño apartamento y tienen que conciliar el trabajo en casa y la educación en el hogar. Todo esto no ha quedado sin efectos, como demuestra un estudio publicado en la revista ‘Scientific Reports‘.
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Un equipo de investigación de la Universidad y el Hospital Universitario de Würzburg (Alemania) ha indagado en cómo y en qué medida han afectado estas experiencias a la salud mental y la calidad de vida de mujeres y hombres en el primer año de la pandemia COVID-19.
De acuerdo con Infosalus, los científicos se interesaron por la relación entre las preocupaciones por el lugar de trabajo y por otras personas con los propios problemas de salud mental de una persona, como la ansiedad y la depresión, y con su calidad de vida en general, cómo influye en ellas el apoyo de los amigos o en el trabajo, y si los resultados muestran diferencias entre hombres y mujeres.
Los resultados son inequívocos, en este complejo de diferentes variables y factores de influencia, la ansiedad desempeña un papel central. Sin embargo, existen diferencias específicas de género.
Además, el estudio muestra que las mujeres en esos momentos responden positivamente al apoyo de amigos y familiares experimentando una mayor calidad de vida. En los hombres, este fenómeno no se manifestó.
FALTABAN DATOS SOBRE LA INFLUENCIA DEL GÉNERO
Grit Hein es catedrática de Neurociencia Social Traslacional en la Clínica y Policlínica de Psiquiatría, Psicosomática y Psicoterapia del Hospital Universitario. Ella y su postdoctor Martin Weib dirigieron el estudio, cuyos resultados se publican ahora.
El equipo obtuvo la información pertinente de un amplio grupo de sujetos de prueba: los participantes en el denominado estudio ‘STAAB‘. Este estudio comprende una cohorte de unos 5.000 voluntarios seleccionados al azar entre la población general de Würzburg y se centraba originalmente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Durante la pandemia Covid-19, el programa se amplió espontáneamente para incluir los impactos psicosociales de la pandemia, el bloqueo y otros efectos secundarios.
Un total de 2.890 personas (1.520 mujeres y 1.370 hombres) participaron en la encuesta. Sus edades oscilaban entre los 34 y los 85 años, con una mediana de 60 años. Entre junio y octubre de 2020, tuvieron que rellenar un extenso cuestionario sobre su salud mental.
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Entre otras cosas, se les pidió información sobre hasta qué punto se sentían apoyados por su entorno social, sus compañeros y superiores, y si tenían a alguien con quien hablar de sus problemas. También se les preguntó hasta qué punto les agobiaba la prohibición del contacto con padres y abuelos y cuánto estrés sentían en el trabajo o en la escuela. Los problemas económicos o la preocupación por ellos fueron objeto de otras preguntas.
Así, es posible identificar variables que están especialmente relacionadas con otras variables. La red puede, por ejemplo, mostrar relaciones complejas entre síntomas de distintos trastornos mentales y explicar así posibles comorbilidades.
Foto: Especial