También se recordó la historia de la Buap en los movimientos estudiantiles, al destacar el de 1961 cuando se pidió una transformación democrática en la universidad que dio lugar a la Ley Orgánica.
El movimiento estudiantil de 1968 representa evidencias acumuladas que expresan algunos de los grandes valores que adoptamos esa generación para toda la vida: el valor de la organización de abajo hacia arriba, la asamblea como dictaminadora, la representación proporcional y con capacidad de revocación, así como la voluntad de lucha por un programa que no es tuyo, aseveró Paco Ignacio Taibo II.
Al participar en la conferencia “México a 50 años del 68”, organizada por la BUAP, a la cual asistió el Rector Alfonso Esparza Ortiz, el escritor indicó que “el movimiento del 68 sale a la calle con cuatro puntos que no tienen nada que ver con la condición de estudiante: libertad a presos políticos, abolición de los cuerpos represivos de granaderos y policías, destitución de los jefes y abolición de los artículos 144, 145 y 145-Bis -los delitos de opinión que hacían sujeto de cárcel por lo que pensabas. En resumen, el autoritarismo priista”.
En un Centro de Convenciones con cupo lleno por cientos de jóvenes y participantes de aquella lucha, quienes se dieron cita en este espacio de Ciudad Universitaria, Paco Taibo II rememoró: “Fue una explosión de libertad, alegría y 123 días de huelga general universitaria, con toma de las escuelas permanentemente abiertas, con vitalidad: seminarios, debates, conferencias, música.
Fue la explosión contra el autoritarismo”
En una plática amena, con estudiantes sentados en los pasillos y algunos otros en las puertas, atentos por casi dos horas, el ponente señaló: “De aquellos polvos se hicieron tornaderas y de aquellas seguimos viviendo. Yo estaba ahí hace 50 años. Nacimos después del 68”, exclamó. Ahora ¿qué sigue? Hay que contar bien este movimiento de lucha, leer, informarse, difundir y extenderlo. Se trata de crear una revolución cultural, de pequeñas utopías que transformen la realidad, a través de la educación.
“Este país exige justicia. No basta un gobierno progresista, necesitamos reparación y justicia. No hay cambio sin vinculación entre el gobierno y sociedad. No vendría mal un baño de democracia en las universidades…Llegó el momento de gloria para esta generación”, sentenció Paco Ignacio Taibo II, mientras el coro de los asistentes resonó en el Centro de Convenciones: “¡2 de octubre no se olvida!”.
No fue un movimiento aislado
El 68 no fue un acontecimiento aislado, sino la acumulación de años de experiencias, refirió Argel Gómez Concheiro, promotor cultural, quien comentó algunos de los movimientos que antecedieron a esta lucha estudiantil. Entre estos, la revolución cubana que generó perspectivas e inquietudes de lucha guerrillera, así como la represión de 19 jóvenes y campesinos contra un Estado autoritario en Chilpancingo, Guerrero, en 1960.
De igual manera, desde principios de los años 60 los universitarios comenzaron a demandar libertades políticas, especialmente en provincia. En Michoacán, hubo un movimiento democratizador para elegir a un rector marxista, pero el ejército después tomó las instalaciones.
En Puebla hubo dos momentos importantes -añadió- en 1961, cuando un movimiento estudiantil pidió una transformación democrática en la universidad que dio lugar a la Ley Orgánica, para que los estudiantes eligieran a directores y rector.
El movimiento más fuerte en el 64 fue un conflicto lechero que reunió a estudiantes y campesinos, quienes se sumaron a la acumulación de agravios y lograron destituir al gobernador en turno. “Fue un aprendizaje grande para los estudiantes de la ahora Ciudad de México, entre ellos del IPN, quienes en solidaridad se sumaron al movimiento y aprendieron que los pliegos petitorios debían ser breves para que sus principales demandas fueran resueltas”, expresó Gómez Concheiro.
Otra antecedente fue el movimiento médico en la capital del país, en el que los estudiantes exigieron mejores condiciones laborales en los hospitales. Pese a la suma de varias facultades, el ejército desintegró la lucha. Uno más fue el conflicto en la Facultad de Derecho en el 66, con represiones que provocaron el paro.
Después de semanas de huelga lograron la destitución del director en cuestión. Al final, el 68 no es un acontecimiento aislado. “En realidad tenemos años de experiencia en luchas”, refirió Argel Gómez y agregó que la historia muestra cuentas pendientes, en la que los jóvenes siguen siendo un objeto de transformación.