¿Qué es lo más ‘rebelde’ que puede hacer un adolescente en hoy en día? ¿Qué tal anunciar que no tiene cuenta de Snapchat, Twitter o Facebook?
Pero esto es lo que está ocurriendo con más frecuencia entre los integrantes de la Generación Z. Imagina crecer en un entorno dominado por la conectividad tecnológica. Desde que tienes memoria, tu infancia se ha visto rodeada por dispositivos móviles y computadoras. Tus padres han compartido todo por Facebook, desde tus primeros pasos a tu primer día de clases. Las redes sociales representan una segunda habitación a la cual todo el mundo tiene acceso.
Por tal motivo, tiene lógica que al llegar a la adolescencia, los menores le dan la espalda a estas plataformas, anhelando una auténtica privacidad. Al inicio, la renuncia a la conectividad es temporal, según los resultados arrojados por una encuesta publicada por la doctora Dra. Amanda Lenhart:
Encontramos que el 58% de los adolescentes dijeron que habían tomado al menos un descanso de mínimo una plataforma de redes sociales. ¿La razón más común? Se estaba interponiendo con el trabajo escolar o laboral, con más de un tercio de los encuestados citando ésta como su razón principal para abandonar las redes sociales. Otras razones incluyen sentirse harto del conflicto o el drama que podría desenvolverse entre sus contactos en línea, y sentirse oprimido por el flujo constante de información.
Para el 44% de adolescentes que han renunciado a las redes, o consideran hacerlo, estas páginas representan un desperdicio de tiempo y anhelan aprovechar sus momentos libres en otras actividades. De hecho, muchos estudiantes no se pueden explicar cómo puedes tener un buen desempeño en clase cuando te encuentras “clavado” en tu teléfono, viendo videos que se reproducen automáticamente y escroleando memes y fotos.
Otro dato curioso es que la nueva generación no muestra tanto aprecio por los supuestos beneficios de las redes sociales, en contraste a la Generación Y que atestiguó la introducción de estas herramientas. En una encuesta de niños británicos, 63% de ellos afirmaron que serían más felices si las redes sociales no hubieran sido inventadas.
También es de notar que, en otra encuesta de 9 mil usuarios de internet, 57% estuvo de acuerdo con la afirmación “las redes sociales son importantes para mi”, en contraste con el 66% que respondió lo mismo hace dos años. Irónicamente, la aceptación de las redes entre personas mayores de 45 años ha subido, de 23% a 28%, en cuestión de un año. ¿Acaso hay algo más vergonzoso para un adolescente que tener a tus padres comentando tus publicaciones?
Para muchos jóvenes, el desprecio de las redes sociales comienza porque son lugares impregnados de falsedad:
Empiezas a hacer cosas que son deshonestas. Como Instagram: estaba presentando esta versión deshonesta de mí misma, en una plataforma donde la mayoría de la gente presenta versiones deshonestas de sí mismas.
Palabras de Amanuel, quien desactivó sus cuentas a los 16 años. Esta opinión la comparte Jeremiah Johnson, de 18 años de edad:
Si tuviste un mal día y andas en tu teléfono, constantemente estás bombardeado con imágenes de personas yendo a fiestas. Incluso cuando no se trata de una representación exacta de sus vidas, eso es lo que ves. Entonces dejé de usarlo. Se volvió deprimente. Fue esta competencia de quién es el más feliz. Participar en eso no es algo que me interese.
Para los que buscan renunciar, el problema se presenta cuando plataformas como Facebook e Instagram se vuelven una adicción. Así es como están diseñadas. Los que desactivan su Facebook sienten como si se estuvieran perdiendo de algo, además de las competencias de popularidad y la validación otorgada por la cantidad de clicks, RTs y likes.
Explica Lesley Bielby, de la consultora de mercadotecnia Hill Holiday:
Se sienten abrumados por la responsabilidad de mantener sus sitios sociales y de mantener una personalidad algo exagerada que muchos han creado en estos sitios, donde constantemente buscan la aprobación a través de la cantidad de “Me gusta” que reciben para cualquier publicación.
No obstante, ella estima que el número de menores sin presencia en las redes sociales seguirá aumentando: “Y mientras más jóvenes notan este comportamiento entre sus hermanos mayores y amigos, ellos también comenzarán a reducir el uso en estas plataformas.”