El presidente de Estados Unidos, Joe Biden aceptó que será caótico por un tiempo el estado de la frontera con México al expirar el llamado Título 42, una regla activada durante la pandemia que permite expulsar automáticamente a casi todos los que llegan sin visa o documentación necesaria para entrar.
«Está por verse. Será caótico por un tiempo», respondió Biden a periodistas que le preguntaron si su gobierno está preparado para un aumento significativo de migrantes.
Horas antes, Biden habló con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sobre las consecuencias del levantamiento de esa norma.
Ambos presidentes tienen que coordinarse porque una vez que se levante la norma sanitaria se usará exclusivamente el Título 8, que permite solicitar asilo siempre que la persona pueda convencer de que será perseguida o torturada si regresa a su país, pero también autoriza la deportación acelerada de los demás. Y una parte de los expulsados acabará en México.
«Discutieron la estrecha coordinación continua entre las autoridades fronterizas y las fuertes medidas de aplicación de la ley», en previsión del Título 8, cuyas consecuencias son «más graves» porque castiga con cinco años de prohibición de entrada a los deportados, afirmó la Casa Blanca en un comunicado.
Un previsible aumento de migrantes dejaría todavía más al descubierto las profundas divisiones en un país fundado sobre promesas de seguridad y refugio, pero donde la preocupación por la inmigración ilegal hace incierta su bienvenida.
Muchos de los que tratan de escapar de las crisis económicas y políticas en sus países ya han cruzado la frontera. Frustrados por la falta de opciones legales, algunos se colaron a lo largo de los 3.100 kilómetros que separan al país más rico del mundo de México.
Las ciudades tejanas de El Paso, Brownsville y Laredo han declarado el estado de emergencia y lidian con cientos de personas, la mayoría de América Latina, y otras de China, Rusia y Turquía.
En El Paso algunos migrantes duermen en las calles, se cubren del sol con sábanas o descansan sobre cartones. Hay niños pidiendo limosnas.
El alcalde Oscar Leeser advirtió que sus oficiales se preparan para la llegada de muchos más el viernes.
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